Todos sabemos que dormir es una de las actividades fundamentales para cualquier ser humano, por lo que las horas que le dedicamos al sueño son casi tan importantes como el tiempo que dedicamos a comer o trabajar, y que popularmente se considera que no deben ser menos de ocho horas.
Pero ¿realmente debes dormir 8 horas todos los días? ¿Es malo no hacerlo? Ante estas interrogantes los expertos responden que esta creencia popular quizás no es tan acertada como se piensa comúnmente, y es que existen factores que pueden influir en la cantidad de horas.
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Es decir que cada individuo, dependiendo de características o elementos propios, podrá presentar variaciones en las horas que debe dedicarle a dormir, que independientemente de todo, se trata de una actividad indispensable y que debe realizarse, pues su ausencia se asocia a problemas de salud importantes.
Además, los especialistas indican que gracias a nuevas investigaciones y a nuevos avances en el campo, se ha encontrado que además de contar el tiempo que le dedicamos a dormir, hay un factor más relevante: el cómo dormimos, es decir, la calidad del sueño que tenemos.
¿Cuántas horas debes dormir por noche?
Popularmente se ha llegado a decir que las personas deben dormir no menos (ni más) de ocho horas todos los días, pero parece ser que en realidad la cantidad de tiempo que necesitamos descansar no es tan exacta y tampoco se trata de algo tan universal.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), explican que la cantidad de horas que una persona necesita dormir puede variar de persona a persona especialmente por la edad, aunque ningún adulto debería de dormir menos de siete horas por noche.
La cantidad de tiempo que una persona necesita dormir puede variar, además de por la edad, por otras características individuales, como la rutina diaria, la salud general y los patrones de sueño generales, apunta la Sleep Foundation.
¿Existe un límite en la cantidad de tiempo que puedes dormir? Según el National Heart, Lung and Blood Institute (NHLBI), aunque las recomendaciones suelen mencionar de 7 a 9 horas de descanso, dormir más de esta cantidad no tiene un efecto perjudicial, y podría incluso ser bueno para algunas personas:
- Adultos jóvenes.
- Enfermos o en proceso de recuperación.
- Quienes se recuperan de la privación del sueño.
- Embarazadas.
- Personas con una mala calidad del sueño.
La calidad tiene más peso que la cantidad horas dormidas
Los expertos agregan que si bien existen recomendaciones generales de cuántas horas dormir (7 a en adelante para adultos), es posible que estas cantidades varíen, y la necesidad de descanso sea diferente en cada persona.
Y, de hecho, aclaran que más que contar las horas que dedicamos a dormir (y que pueden variar de persona a persona) lo que debe perocuparnos es cómo estamos durmiendo y cómo nos sentimos al despertar.
De hecho, la especialista en investigaciones del sueño, de Cleveland Clinic, comentó a The Wall Street Journal que la calidad del sueño es más importante que contar las horas que le dedicamos a dormir; es decir, el cómo dormimos tiene más peso que cuánto dormimos.
Señales de que tienes una mala calidad del sueño
Saber si tu calidad y horas de sueño son adecuadas o no, es algo muy relevante, ya que saberlo te será util para identificar un potencial riesgo a tu salud, que afortunadamente puede ser prevenido y corregido.
Recuerda que un sueño deficiente puede darse incluso en personas que llegan a dormir las horas recomendadas por los especialistas, ya que no depende de cuánto tiempo estás acostado, sino de cuánto descansas por las noches.
Algunas señales de que tienes mala calidad del sueño, anotan Sleep Foundation, la Univeristy of Alabama at Birgmingham, y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), son:
- Sentirse cansado o fatigado luego de dormir las horas necesarias.
- Somnolencia durante el día.
- Despertar muchas veces por las noches, incluso para ir a dormir.
- Presentar síntomas como ronquidos o falta de aire al descansar.
- Poca concentración y atención.
- Pensamientos lentos y problemas de memoria.
- Cambios de humor, incluyendo sentimientos de estrés, ansiedad o irritabilidad.
- Mayor apetito.
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