ESTRÉS

Estrategias para manejar el estrés

La vida sin estrés no existe y no podemos evitar que las cosas malas pasen en nuestro día a día y nos pongan a prueba

El momento perfecto para echar a andar estos consejos es ahora.
El momento perfecto para echar a andar estos consejos es ahora. Créditos: Canva
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La columna de esta semana la comenzaré al revés, creo que iniciaré por la conclusión y de ahí desarrollaré el tema y los constructos teóricos de lo que quiero comentar. La correcta implementación de estrategias para controlar el estrés en nuestra vida cotidiana, no depende de que aprendamos formas novedosas a utilizar cada que nos enfrentamos a un problema, sino de ir a la avanzada, no sólo prevenir que llegué, es más ser más ambiciosos y crecer y desarrollarnos en herramientas que nos pongan listos para cuando se puedan necesitar, porque como ya lo hemos mencionado en participaciones pasadas, la vida sin estrés no existe y no podemos evitar que las cosas malas pasen en nuestro día a día y nos pongan a prueba.

El punto correcto de actualización como personas responsables en el mundo es el de implementar todos los mecanismos necesarios hasta convertirlos en rutinas y buenos hábitos que de cierta forma nos vacunen para desestabilizarnos cuando lleguen los malos momentos. Es por esto por lo que no haría sentido leer esta columna y pensar que la siguiente vez que las cosas anden de forma desafortunada, es el momento ideal para echar a andar estos consejos.

El momento perfecto es ahora, comenzar ya, no importa si eres niño, adolescente, adulto con mucho trabajo y compromisos, mamá con varios hijos y con muchas demandas de atención o un adulto mayor que ya no le ve mucho caso a cambiar de actitudes.

¿Cómo manejar el estrés

Los consejos no son nada complicados, no son cosas increíblemente ocultas del ojo público, nuestras abuelas, en su conocimiento de sentido común, ya nos lo decían, lo lamentable es que carecían del entorno científico actual con el cual podemos asegurar que hacerlos cambia la forma en la que percibimos y modulamos el estrés que nos representa ser habitantes del mundo actual. Comenzaremos a enumerarlos:

  • Actividad física 3-4 veces por semana de intensidad moderada a fuerte de 30-45 minutos. Es muy importante recalcar, que para temas de salud mental y de desarrollo neurológico, no es tan importante el ejercicio cardiovascular, si no que preferimos el ejercicio de resistencia, en el que se rompen fibras musculares, ya que este elemento justo es el mejor liberador conocido de un factor llamado BDNF (factor de crecimiento derivado de las neuronas, por sus siglas en inglés), y que es un elemento fundamental para establecer grandes conexiones neuronales y reparar los daños que producen en el sistema límbico la ansiedad y la depresión de forma crónica.
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  • Dieta mediterránea: ir eliminando progresivamente de nuestra dieta los alimentos procesados, con carbohidratos y grasas complejas que son difíciles de metabolizar y que incluso, gastamos más energía de procesarlos que de meterlos a mi organismo. Hay que preferir las verduras crudas, una o dos porciones de fruta al día, leguminosas y granos en dos porciones, una en la comida y otra de colación, con nueces o almendras y retirar hasta llegar a nulificar los lácteos y los azúcares procesados de nuestra alimentación cotidiana. Esto disminuye hasta en un 30% los niveles de factores de inflamación celular en todo nuestro cuerpo, incluyendo el sistema nervioso central.
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  • Sueño reparador: No importa el número de horas por noche, lo relevante es que yo me levante descansando y que durante el día no esté sufriendo para mantenerme despierto, ni tenga la necesidad de hacer siestas. Esto permite que nuestro cerebro cada noche se reseteé del trabajo diario y se corrijan los errores de comunicación eléctrica entre las neuronas para un óptimo funcionamiento.
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  • Técnicas de control del estrés diario: aprender meditación o su variante en forma de psicoterapia, que es el mindfulness o terapia de atención plena. Se trata de un entrenamiento diario que tengo que hacer de menos 15-30 minutos y que me permite forzar a mi cerebro en funcionar todo el tiempo centrado en el aquí y en el ahora, evitando el desgaste de la anticipación en el futuro y la culpabilidad de los hechos ya pasados.

Finalmente, hay que recordar, que cuando el estrés me desgasta demasiado, más que lo que ameritan mis labores cotidianas, no me repongo, no funciono ni para divertirme y adquiero una actitud cínica ante la vida, donde me deja de importar el rumbo que tomen las cosas es buen momento para cuestionarnos si necesitamos una evaluación profesional.