SALUD MENTAL

Salud mental: derecho universal

Debemos de potenciar todos los pasos necesarios para que se le considere a la salud mental por fin un derecho universal

Los gobiernos tienen que incrementar el porcentaje del producto interno bruto (PIB) que se dedica a salud mental.
Los gobiernos tienen que incrementar el porcentaje del producto interno bruto (PIB) que se dedica a salud mental.Créditos: Canva
Escrito en OPINIÓN el

Estamos alrededor de una de las fechas obligadas en el calendario emocional de cada año, una cita infaltable y que pasa cada 10 de octubre; la conmemoración por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del Día Mundial de la Salud Mental.

Este año la OMS decidió dar una especie de salto cuántico y apostar por todas las canicas. Dejó de acuñar lemas como recordar la frecuencia de depresión en el mundo, la visualización de las personas que viven con esquizofrenia, saber que el trastorno bipolar existe y no es nada raro, que si vivimos muchos años todos tenemos el riesgo de padecer un síndrome demencial, o de que, la trampa de los problemas adictivos está desorganizando países y economías más que cualquier conflicto bélico en todo el orbe.

No este año, la declaración es dura, es fuerte y contundente: “Nuestra Salud Mental, Nuestro Derechos”. Llamando la atención de que debemos de potenciar todos los pasos necesarios para que se le considere por fin un derecho universal, ojo al mismo nivel que el derecho a la salud en general, a la educación, la libertad de creencias religiosas o incluso la libertad de ser respetados en mi identidad de género.

Salud mental como derecho universal  

A esto es a lo que me refería en los párrafos anteriores como a un salto cuántico. Tenemos que salir de la obviedad de que, sí claro es importante tener una buena salud emocional, a articular y apretar las tuercas en los sitios necesarios para que esto sea una realidad en todos nuestros ámbitos y países.

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Hay que fomentar varias situaciones:

  • Intensificar los trabajos de psicoeducación: No es que no se hagan, pero no debemos de cejar en estos esfuerzos, vamos a tener que crear influenciadores sobre la salud mental del mismo nivel y alcance a los que existen en temas más taquilleros como el cuidado a la belleza, los deportes o el estilo de vida. Se va a tener que normalizar, que hablar de las emociones o las conductas estén en la agenda diaria de todas las personas, identificarlas bien y responsabilizarnos de mantenerlas bien cuidadas.
  • La guerra contra el estigma ya tiene que ser ganada: No sólo conformarnos con seguir tocando el punto, cero discriminación a los padecimientos neuropsiquiátricos, en fin reconocer que estas enfermedades son enfermedades igual que las que afectan a cualquier parte del cuerpo en general.
  • Coherencia en las políticas públicas: la presión tiene que ser incesante. Los gobiernos tienen que incrementar el porcentaje del producto interno bruto (PIB) que se dedica a salud mental que ni en las naciones de primer mundo alcanza al 2% mínimo estimado. Se debe de pasar de la ley a la realidad que atención a la salud mental comience en las comunidades, en las iglesias, en las escuelas, en los clubes y no en los hospitales psiquiátricos. Y ya se tiene que dar el paso de la cobertura universal a la salud mental, el pero ejemplo de esto es como los seguros de gastos médicos tienen como exclusión absoluta el padecer un desorden neuropsiquiátrico.

Por lo tanto este 10 de octubre ya no hay forma de que nos pase desapercibido, todos tenemos trabajo por hacer.