En la sabiduría popular siempre se habla de “enero y febrero desviejadero”, con razón o sin ella, es muy frecuente que en fechas de final y nuevo comienzo de año tengamos que confrontarnos con las ausencias de personas significativas, o incluso con el recuerdo obligado de las mismas ya que las fechas son especialmente evocadoras de nuestros cariños.
Tradicionalmente, la psiquiatría se había puesto un plazo arbitrario de 3 meses para poder, prudentemente, superar emocionalmente un infortunio de este tipo, no solamente de personas, igualmente de situaciones o condiciones de vida como un matrimonio o un trabajo.
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Hay que aclarar que cuando se habla de superar un duelo, para nada estamos pensando en olvidar por completo el momento traumático, sino pasar de frente del dolor que no me deja funcionar y que se convierte en un tema repetitivo y obsesivo que todo el tiempo ocupa mi cabeza y mis días.
Por ejemplo, el fallecimiento de un padre, un cónyuge o un hijo, representan situaciones que vamos a recordar por el resto de nuestra vida, la mayoría de las veces motivada por una comida, una canción o un momento que nos evoque la memoria; pero que debemos de integrar a nuestra vida afectiva que ya no se encuentran físicamente con nosotros, que vivimos cosas disfrutables a su lado y que los episodios desagradables también existieron y logramos entenderlos y explicarlos razonablemente, con la menor participación del sentimiento de culpa en nuestro corazón.
Duelo complicado ¿de qué se trata?
El cambio que se gestó en las clasificaciones de enfermedades emocionales en 2013 tuvo que ver principalmente con el límite de tiempo de 3 meses para estar mejor. A partir de ese año, en el manual de enfermedades de la Psiquiatría, se agregó el término de duelo complicado, señalando que, si me lleva más de 90 días la integración emocional de una pérdida, es esperable, es parte de ese proceso de duelo, y que no forzosamente se debe de tratar de un episodio depresivo o ansioso.
Esto refleja una importancia más allá de la nomenclatura fría. Clasificar estos sentimientos como una depresión o un desorden de ansiedad obliga al paciente a tomar cuando menos un año de farmacoterapia antidepresiva, además de la mejor psicoterapia que pueda dársele a su caso.
En cambio, para el tratamiento de los duelos se aceptan varios tipos de psicoterapias que son de fondo discursivo, donde se favorece el hablar de mi vivencia, concientizarla y responsabilizarme de mis emociones y de irlas moderando. Reconocer que las pérdidas son parte fundamental de la vida, y que se vale estar dolido, dando el mejor tipo de reconocimiento a nuestros seres queridos, a partir de recordarlos en su mejor momento y nosotros salir adelante y seguir con nuestras vidas de la mejor manera posible.
Es por esto, que darle el calificativo de complicados a los duelos que se atoran, que no fluyen y que nos fijan en los recuerdos dolorosos, con un tiempo prudente que puede incluso alcanzar el año de duración, reconoce un proceso mucho más humano, más cercano a la realidad de las personas y donde tenemos la obligación de darle seguimiento al caso, vigilar sus avances, personalizar la psicoterapia e irles explicando que en caso de prolongarse un poco más el sufrimiento y la disfunción podremos echar mano de otras herramientas como la farmacoterapia o la neuromodulación.