ESTRÉS

El estrés sí deja huella en el cuerpo

El doctor Edilberto Peña explica cómo afecta el estrés al cuerpo

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Conoce más sobre el estrés Créditos: (Canva)
Escrito en OPINIÓN el

El estrés no es, en su origen, nuestro enemigo. Es una reacción biológica adaptativa diseñada para ayudarnos a enfrentar situaciones de peligro o desafío. Cuando percibimos una amenaza, real o imaginaria, nuestro cuerpo se activa a través del sistema nervioso autónomo y el sistema endócrino, desencadenando una cascada de respuestas fisiológicas involuntarias: se acelera el corazón, se eleva la presión arterial, aumenta la frecuencia respiratoria y se libera cortisol, la principal hormona del estrés. Todo esto con un solo propósito: garantizar nuestra supervivencia.

Sin embargo, lo que sí representa una amenaza es vivir con ese “modo de alarma” encendido todo el tiempo. El estrés crónico —cuando esa respuesta se activa de forma prolongada o repetida sin permitirle al organismo volver a su estado de reposo— comienza a tener consecuencias reales y tangibles sobre la salud física. Nuestro cuerpo no está diseñado para sostener indefinidamente ese nivel de tensión, y termina pasándonos factura.

El estrés afecta de diferentes maneras a tu cuerpo

El mantenimiento crónico de estas respuestas de alerta puede alterar el equilibrio natural de múltiples sistemas corporales. Entre los efectos fisiopatológicos más relevantes encontramos:

Cambios físicos por estrés crónico

  • Sistema cardiovascular: Aumento sostenido de la presión arterial, riesgo elevado de infarto e insuficiencia cardíaca.
  •  Sistema inmunológico: Disminución de las defensas, lo que facilita infecciones y puede agravar enfermedades autoinmunes.
  • Sistema digestivo: Acidez, gastritis, síndrome de intestino irritable, estreñimiento o diarrea funcional.
  • Sistema endocrino-metabólico: Alteraciones en los niveles de glucosa, predisposición a la diabetes tipo 2 y aumento de peso por acumulación de grasa abdominal.
  • Sistema muscular y óseo: Dolores musculares persistentes, contracturas, cefaleas tensionales y debilitamiento óseo.
  • Sistema reproductivo: Disfunción eréctil, alteraciones menstruales, disminución del deseo sexual y complicaciones en la fertilidad. 
  •  Sistema nervioso central: Fatiga mental, trastornos del sueño, pérdida de concentración, insomnio, ansiedad y depresión.

El cuerpo habla, y muchas veces el idioma que utiliza para expresar el mal manejo del estrés son síntomas físicos. Las personas que acuden a consulta por dolor de espalda, problemas gastrointestinales o fatiga constante, muchas veces están enfrentando situaciones de estrés emocional que no han sido identificadas ni atendidas.

El cuerpo habla, y muchas veces el idioma que utiliza para expresar el mal manejo del estrés son síntomas físicos. (Foto: Canva)

¿Qué podemos hacer para combatir el estrés?

Las herramientas para controlar el estrés están al alcance de todos, y su efectividad está demostrada tanto a nivel clínico como en estudios científicos:

  • Ejercicio físico regular, al menos 30 minutos al día, favorece la liberación de endorfinas.
  •  Técnicas de relajación como la respiración profunda, la meditación o el yoga ayudan a activar el sistema parasimpático.
  • Dormir adecuadamente: entre 7 y 8 horas por noche para una recuperación física y mental efectiva.
  • Nutrición balanceada, evitando el exceso de cafeína, azúcar y alcohol.
  • Establecer límites y tiempos de descanso, tanto en lo laboral como en lo personal.
  •  Buscar apoyo emocional, ya sea en redes de apoyo o en psicoterapia profesional.

El estrés es inevitable, pero su impacto en nuestra salud sí puede ser controlado. Reconocer sus manifestaciones físicas y actuar a tiempo puede marcar la diferencia entre vivir en modo supervivencia o en bienestar. Escucha a tu cuerpo: cuando el estrés lo lastima, te lo dice.

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