TRASTORNO BIPOLAR

Manejo no farmacológico en el trastorno bipolar: actividad física y dieta

La actividad física regular es una herramienta poderosa para quienes viven con trastorno bipolar, pues no solo mejora la salud física, sino que también tiene efectos positivos en la salud mental

Hacer ejercicio de forma regular puede mejorar significativamente la salud mental.
Hacer ejercicio de forma regular puede mejorar significativamente la salud mental. Créditos: Canva
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El trastorno bipolar es una condición psiquiátrica crónica que afecta la estabilidad del estado de ánimo, y que requiere de un tratamiento multifacético para su manejo efectivo.

Si bien la farmacoterapia y la psicoterapia son pilares fundamentales, el manejo no farmacológico, especialmente a través de la actividad física y la dieta, ha demostrado ser de gran valor para mejorar la calidad de vida de los pacientes. A continuación, exploramos cómo estos enfoques pueden marcar una diferencia significativa.

Actividad física: antídoto natural para el trastorno bipolar

La actividad física regular es una herramienta poderosa para quienes viven con trastorno bipolar. Ejercitarse no solo mejora la salud física, sino que también tiene efectos positivos en la salud mental.

El ejercicio libera endorfinas y otras sustancias químicas en el cerebro que mejoran el estado de ánimo, reducen el estrés y la ansiedad, y aumentan la sensación de bienestar. Además, ayuda a regular el ciclo sueño-vigilia, que es crucial para las personas con trastorno bipolar, quienes a menudo experimentan alteraciones del sueño.

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Diversos estudios han demostrado que el ejercicio puede reducir la frecuencia y la intensidad de los episodios maníacos y depresivos. Una rutina de ejercicio regular puede ser tan simple como caminar, nadar, practicar yoga o cualquier actividad física que sea agradable y sostenible a largo plazo. Es esencial que los pacientes encuentren una actividad que disfruten, ya que la constancia es clave para obtener los beneficios a largo plazo.

Dieta: nutrientes para el cerebro

La dieta también juega un papel crítico en el manejo del trastorno bipolar. Una alimentación balanceada y rica en nutrientes puede tener un impacto significativo en la estabilidad del estado de ánimo. Algunos nutrientes específicos, como los ácidos grasos omega-3, han mostrado beneficios en la reducción de los síntomas depresivos. Estos ácidos grasos se encuentran en pescados como el salmón, nueces y semillas de lino.

Además, una dieta rica en frutas, verduras, granos integrales y proteínas magras proporciona los nutrientes necesarios para mantener el cerebro y el cuerpo funcionando de manera óptima. Evitar el consumo excesivo de azúcar refinados y alimentos procesados también es crucial, ya que estos pueden provocar fluctuaciones en los niveles de azúcar en sangre, lo que puede afectar el estado de ánimo y la energía.

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Implementar cambios en el estilo de vida puede ser desafiante, especialmente para quienes enfrentan los síntomas fluctuantes del trastorno bipolar. Sin embargo, adoptar la filosofía de "ganancias marginales" puede ser útil. Este concepto, popularizado por el entrenador de ciclismo Sir David Brailsford, sugiere que pequeñas mejoras en diversas áreas pueden acumularse para producir grandes beneficios.

Aplicado al trastorno bipolar, esto significa que pequeños cambios sostenidos en la actividad física y la dieta pueden llevar a una mejora significativa en la estabilidad del estado de ánimo y la calidad de vida.