Resulta muy taquillero hablar del debate más antiguo de la humanidad en cuanto al lugar donde viven las emociones… ¿en el corazón o en el cerebro? Intencionalmente voy a evitar dar una respuesta a esta pregunta para centrarme en un punto mucho más relevante: ¿Existe una relación entre las patologías de la salud mental y las enfermedades cardiovasculares?
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Voy a irme rápido a lo que sería el final de esta columna para después establecer los fundamentos de esta afirmación: SÍ DEFINITIVAMENTE SÍ. E incluso, hay que decir alto y fuerte, si tienen una relación y esta es bidireccional. Las enfermedades cardiovasculares se ven modificadas y alteradas por las condiciones neuropsiquiátricas, y la salud mental cambia de acuerdo a algunas condiciones cardiovasculares.
Este es un tema de principal relevancia de salud a nivel mundial. Cuando hablamos de las enfermedades del corazón estamos frente a las patologías que lideran las causas de muerte a nivel global, y por el otro lado tenemos a la depresión que es la alteración que más afecta a desgasta y afecta a la calidad de vida de todos los desórdenes conocidos. Por lo tanto, no es una consideración menor tocar este punto.
Hablemos primero de una de las direcciones de esta correlación. Las personas que son portadoras de hipertensión arterial, de insuficiencia cardíaca o de cardiopatías isquémicas coexisten con índices de depresión y de ansiedad por arriba del 45%. De hecho, hay que hablar de un diagnóstico muy frecuente en el ámbito cardiológico, que se le conoce como Hipertensión Arterial Sistémica Reactiva o mejor conocido como Síndrome de la Bata Blanca.
Aquí engloban a las ocasiones en las que los pacientes presentan incrementos considerables en sus cifras de tensión arterial a pesar de tener un correcto manejo antihipertensivo incluso no ser conocidos como portadores de hipertensión arterial, en situaciones de estrés claro, como puede ser como cuando acuden a consulta con el médico, de ahí el título de Síndrome de la Bata Blanca. Se considera como un factor de riesgo importante al estrés para estas inestabilidades, donde frecuente se refieren a estas personas a especialistas en salud mental para mejorar el manejo del estrés y que no se pongan en riesgo con las excursiones de milímetros de mercurio. Hay un dato duro y contundente, del 100% de los portadores de esta Hipertensión Reactiva, un 20% se convierten en verdaderos pacientes con Hipertensión Arterial en un lapso de cinco años. Una señal clara de que hay que vigilarlos en el ámbito psiquiátrico y en el ámbito cardiovascular.
En el sentido contrario de la relación, ser un individuo con depresión o ansiedad como enfermedades alteran la variabilidad de la frecuencia cardíaca, los niveles de cortisol y de catecolaminas (que son las hormonas y neurotransmisores de la respuesta aguda al estrés), suben la presión arterial y la frecuencia cardíaca, se incrementa la viscosidad de la sangre y la formación de placas de colesterol en las arterias; así como todos los mediadores de la inflamación celular, que ocasionan un malestar general en todas las personas, así como un incremento en los riesgos de muerte cardiovascular.
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Las conclusiones igualmente tienen que ser bidireccionales. A los pacientes con enfermedades del corazón hay que ponerles especial atención, y en su momento referirlos a valoración de salud mental; y a los portadores de depresión y ansiedad, y demás patologías neuropsiquiátricas, hay que insistirles en mantener una salud metabólica clara que hace que la evolución de sus desórdenes sea mucho mejor.
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