Diré algo que hay que decirlo alto y fuerte: la enfermedad depresiva no es una patología individual, nunca lo es. Se trata de un problema que deteriora tanto la calidad de vida del que lo padece que irremediablemente altera la funcionalidad de todos los que lo rodean en sus diferentes áreas de funcionamiento; pareja, familiar, social, académica, laboral y social.
En ocasiones nos gusta decir, que no existen enfermos de depresión, existen familias portadoras de depresión. Capítulo aparte mencionar que este desorden es mucho más frecuente cuando se tienen familiares en primer grado que la padecen, así que para nada es extraño que en un grupo encontremos varios personajes que están lidiando con este problema.
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Apoyar a un familiar o amigo que este cursando con un episodio depresivo será de mucha ayuda para la persona, podríamos incluso decir, que la primera línea de tratamiento, antes que el estilo de vida y los medicamentos, la constituye la red de apoyo, prácticamente sin ella es imposible tratar de sacar adelante a un paciente.
Dentro de los puntos más importantes está el ser empático, ponerse en los zapatos de alguien que tiene el ánimo bajo, que está desesperanzado, pero que sobre todo tiene el funcionamiento intelectual con déficit, no piensan claro, no analizan las soluciones para las situaciones, pero sobre todo son lentos y con cierta incapacidad para la toma adecuada de decisiones. Entre ellas, como salir delante de la depresión.
Un segundo punto relevante es el de informarse sobre la enfermedad para comprender que los síntomas que presenta están siendo consecuencia de la depresión y que esto requiere atención medica como otras enfermedades. Llegar a este nivel de conciencia de que no es una deficiencia de carácter, ni un castigo por errores del pasado, y que se trata de un desbalance neurbioquímico contra el que la voluntad no hace diferencia y donde se requiere la orientación de profesionales es algo básico y donde el apoyo de los que me quieren puede ser fundamental.
Es por esto que algo tan fácil, pero a veces tan complicado, como ofrecerse a hacer la búsqueda del profesional adecuado, pero sobre todo acompañarme a la cita y ofrecerse a dar la información que no puede dar el paciente, es de capital ayuda para el diagnóstico correcto, pero, sobre todo, para demostrarle al deprimido, que estamos comprometidos con su mejoría, que no lo vamos a dejar sólo en el proceso y estaremos ahí para ir juntos.
Acompañarlos, no sólo es llevarlos a las citas y preguntarles si tomaron sus medicinas; acompañarlos es ir con ellos de la mano a hacer las compras para que haya comida sana en casa, buscar la forma de estimularlos para hacer actividad física, sacarlos a la naturaleza y pasear, hacerlos sentir situaciones que resulten placenteras y que representen un contrapeso ante lo apabullante afectivamente que es estar deprimido.
Finalmente, a todos los lectores, comprometerlos activamente a compartir este grupo de tips que terminan por ayudar y derribar el estigma de que las enfermedades mentales son producto de magia y mecanismos oscuros y que igualmente las soluciones son enigmáticas. Son más fáciles de lo que se piensa si activamos los botones correctos.