Existen más de 85 diferentes trastornos del sueño y, lamentablemente, son muy frecuentes en nuestra población; se calcula que cerca del 30% de los mexicanos presentan alguno, y muchos de ellos no saben que lo padecen.
Podemos considerar un trastorno de sueño a cualquier alteración que afecte la cantidad (dormir más o menos de lo necesario) o la calidad de sueño (a pesar de dormir suficiente tiempo no descansar). Además, la presencia de eventos al dormir como: caminar, gritar, actuar los sueños, levantarnos a comer, o cualquier activación inusual. Estos últimos no siempre afectan la cantidad, ni la calidad de sueño, sin embargo pueden impactar de varias formas a quien los padece.
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Entre los trastornos de sueño más frecuentes se encuentran el insomnio, la apnea obstructiva de sueño, el síndrome de piernas inquietas y las parasomnias.
El insomnio
Se refiere a la dificultad que presentan algunas personas para quedarse dormidos por la noche, despertar en la madrugada y ya no volver a dormir o sentir que su sueño es muy superficial. Además, las personas con insomnio presentan deterioro durante el día, como alteraciones en el estado de ánimo, fatiga, irritabilidad, problemas de atención etc.
El insomnio es más frecuente en las mujeres y la causa es multifactorial; por ejemplo, los malos hábitos que tenemos durante el día que pueden afectar nuestro sueño, como tomar café o bebidas con cafeína cerca de la hora de dormir, utilizar equipos electrónicos por la noche o en la cama, hacer ejercicio antes de dormir, etc. También es común que los pacientes se preocupen mucho por su problema de sueño, y esta preocupación los lleve a mantener el problema por más tiempo y lo haga más severo.
El tratamiento debe incluir una terapia cognitiva conductual, en donde trabajamos con los hábitos del paciente, sus pensamientos, emociones y conductas relacionadas con su trastorno de sueño. De ser necesario podemos apoyarnos de algún medicamento inductor de sueño, pero es muy importante que éste se retire en pocas semanas; de lo contrario podría afectar aún más el sueño.
Apnea Obstructiva de sueño
Es el trastorno respiratorio durante el sueño más común, este, a diferencia del insomnio, es más frecuente en hombres y el riesgo de presentarlo aumenta con el sobrepeso y obesidad. Esto no quiere decir que las personas delgadas no lo presenten.
Los pacientes con apnea obstructiva de sueño tienen síntomas nocturnos como: roncar, hacer pausas en su respiración por algunos segundos, movimientos bruscos o muchos cambios de posición, levantarse a orinar por las noches en varias ocasiones (en el caso de los niños este último síntoma suele presentarse como hacerse pipí en la cama), respiración oral y ruidosa y sudoración excesiva.
Los síntomas durante el día son despertar con boca seca, pesadez en la cabeza que se quita algunos minutos después de despertar, sensación de no descansar por la noche y presentan mucho sueño durante el día; se pueden quedar dormidos a lo largo del día sobre todo en actividades que no requieren mucha atención como estar en el cine, una clase, ver la tv etc. En casos severos pueden quedarse dormidos en actividades de alto riesgo como manejar.
Los pacientes con apnea obstructiva del sueño presentan un riesgo elevado a sufrir infartos cardiacos, presión arterial alta y otros problemas médicos. Además, se afecta su atención y estado de ánimo.
Para el diagnóstico es necesario realizar un estudio de sueño, en este se registran variables respiratorias mientras están dormidos.
El tratamiento varía dependiendo de las características del paciente y de la severidad del trastorno.
Síndrome de piernas inquietas
Los pacientes que sufren este trastorno presentan incomodidad intensa en las piernas por la noche al estar acostados, justo cuando se acuestan para intentar dormir. La incomodidad la definen como ansiedad, hormigueo o ansiedad en sus piernas que mejora cuando las mueven, pero al dejar de moverlas regresa nuevamente dificultando el inicio del sueño. Muchos casos se asocian a anemia por disminución de hierro, por lo que usualmente es necesario realizar estudios de sangre.
El tratamiento incluye mejorar algunos hábitos (como dejar la cafeína) y, en algunos casos, tratamiento farmacológico que debe ser indicado por un neurólogo especialista en sueño.
Tener un trastorno de sueño sin tratamiento aumenta la morbilidad (nos enfermamos más) y la mortalidad. Aumenta el riesgo de accidentes (automovilísticos, laborales etc.), enfermedades del corazón, diabetes mellitus, obesidad, cáncer entre muchos otros. Además, afecta nuestra salud mental, haciéndonos más susceptibles a desarrollar trastornos como depresión y ansiedad.
Finalmente, reduce nuestras capacidades de aprender, afectando la atención, memoria, creatividad, resolución de problemas, etc. Es por ello por lo que es de suma importancia identificar y atender oportunamente estos trastornos.