Es muy común ver a los padres buscando optimizar las capacidades y aptitudes de sus hijos para encajar en este mundo tan competitivo; aptitudes cognitivas (atención, memoria, resolución de problemas, lógica matemática etc.), emocionales (reconocer sus emociones, tolerancia a la frustración, empatía) y conductuales (autocontrol, impulsividad, etc.). Para lograrlo buscan alternativas como el gimnasio de estimulación temprana, cursos de inteligencia emocional, ejercicio, la mejor nutrición etc.
Sin embargo, muchas veces olvidan la actividad más importante y que más impacto tendrá sobre el desarrollo cerebral, la inteligencia y la conducta de nuestros niños: dormir suficiente y con buena calidad.
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El sueño es tan importante que pasamos la tercera parte de nuestra vida durmiendo, podríamos permanecer vivos más tiempo sin comer que sin dormir.
Funciones del sueño
- Fomenta el crecimiento y el desarrollo óptimo del cerebro.
- Mejora el aprendizaje, la atención, la memoria, la creatividad y la inteligencia.
- Regula nuestras emociones, el apetito, la alimentación, el peso corporal, el crecimiento, la toma de decisiones y búsqueda de placer.
- Fortalece la función de nuestro sistema de defensas.
- Limpia el cerebro de sustancias que al acumularse se vuelven toxicas.
Durante el sueño, particularmente una etapa de sueño que conocemos como sueño de movimientos oculares rápidos (MOR), el cerebro se desarrolla. Esto es, durante el sueño MOR se lleva a forman nuevas neuronas y conexiones entre diferentes áreas de nuestro cerebro lo que significa aprendizaje y neurodesarrollo. Es por ello por lo que en los primeros tres años nuestro bebé dormirá en mayor proporción en esta etapa de sueño.
Una gran cantidad de estudios demuestran que los bebés que duermen poco presentan son menos eficientes en tares de atención, memoria, lenguaje, entre otras. Cuando estos bebés crecen, durante la edad escolar, tienen un menor coeficiente intelectual y menor nivel en las escalas de inteligencia.
Además, se han reportado alteraciones en la conducta en niños que duermen poco; tendrán dificultad para autorregularse, menos tolerancia a la frustración, serán más agresivos, e hiperactivos. No es de sorprender que estos niños al llegar a la adolescencia tengan más conductas de riesgo como uso de sustancias adictivas, conducta sexual temprana y riesgosa, conductas ilícitas y menor empatía.
Hablando de adolescentes, aquellos que no duermen bien presentan un deterioro en el desarrollo de la corteza prefrontal, una estructura cerebral ubicada en la parte frontal de nuestra cabeza, necesaria para modular nuestra conducta, sentir empatía, evaluar el riesgo y, en general, tomar buenas decisiones.
¿Queremos adolescentes que eviten conducta de riesgo, que tomen buenas decisiones, empáticos y capaces de autorregularse? Dejémosles dormir…
Sabemos que en México uno de los grandes problemas en salud pública es la obesidad que, a pesar de los esfuerzos sociales que se han realizado, lejos de disminuir las cifras aumentan cada año, y en medidas generales para combatirlo no está incluido como una recomendación oficial, promover el buen dormir.
Cuando dormimos se regulan dos hormonas que están íntimamente relacionadas con la alimentación; la grelina y la leptina. La primera favorece el apetito y la segunda la saciedad. Cuando no dormimos el tiempo suficiente se libera producimos más grelina y menos leptina; lo que se traduce en más hambre, y preferencia por alimentos ricos en calorías, y por otro lado tardamos más tiempo en sentirnos saciados.
En México los niños y adolescentes duermen entre 2 y 3 horas menos de lo que deberían dormir cada noche.
Seguramente en este momento estarán preguntándose cuántas horas deben entonces dormir los niños y adolescentes; pues bien, la Fundación Nacional de Sueño de Estados Unidos (National Sleep Foundation) ha descrito las horas apropiadas de sueño para cada grupo de edad.
Después de todas estas razones, podrán comprobar que dormir es una inversión en salud.