NUTRICIÓN Y MEDIO AMBIENTE

Dietas sustentables: un reto para México y el mundo

Investigadores aseguran que una de cada cinco personas muere por dietas poco saludables y un tercio de las emiciones de efecto invernadero son producidas por la producción de alimentos.

Las dietas sustentables son un reto a nivel mundial
Las dietas sustentables son un reto a nivel mundialCréditos: Canva
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Lograr una alimentación sana que no sea a costa del medio ambiente es una preocupación creciente en todo el mundo. Con más de 97 millones de hectáreas dedicadas a la agricultura, México se esfuerza por garantizar dietas saludables que al mismo tiempo sean sostenibles.

Según la investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM, María José Ibarrola Rivas, este reto no es exclusivo de nuestro país, por lo que en 2019 se creó la Comisión Eat-Lancet, que agrupa a expertos de 16 países con especialidades en salud, agricultura, ciencias políticas e impacto ambiental, explica para UNAM global.

Sin embargo, Rivas explica que es un trabajo titánico llevar a cabo un plan de alimentación sano que también contemple la sustentabilidad ambiental.

Dietas amigables con el medio ambiente: un reto monumental

En el reciente simposio “Actualización de guías alimentarias saludables y sostenibles para la población mexicana” que se realizó como parte del 19 Congreso de Investigación en Salud Pública (CONGISP), se destacó que el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) desarrolla un proyecto de guías alimentarias saludables y sostenibles con recomendaciones muy específicas pensadas para los distintos contextos en el que habitan las personas de México.

Estas guías —detalla un comunicado del INSP—, se encuentran integradas por recomendaciones que involucran productos y recursos que contribuyen a direccionar el sistema alimentario hacia mejores prácticas de dieta, salud, nutrición y sostenibilidad.

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Al respecto, la jefa de Departamento de Nutrición Materna, del Niño y del Adolescente del INSP, Mishel Unar Munguía, explicó que el sistema de alimentación actual acarrea problemas considerables al cambio climático y a la degradación del planeta, contribuyendo además a la desnutrición y obesidad.

Además, el reto que implica llevar a cabo estas dietas se vuelve complejo en México, pues datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) señalan que la producción de alimentos aporta el 12% de la emisión de gases de efecto invernadero y un 60% de esas emisiones provienen de producción de carne de vaca, cabra y borrego.

Al respecto, Unar Munguía señaló que el sistema de alimentación en México contribuye a la deforestación y pérdida de biodiversidad relacionada con el uso de suelo para esta actividad.

“El país dedica 97 millones de hectáreas a la actividad agrícola, de las cuales una cuarta parte es área de cultivo y el resto son pastizales. La mayoría del área se usa para producir alimentos derivados de animales que se alimentan de estos. Todo eso se ocupa solo para producir carne y lácteos. Entonces, en la dieta sostenible se necesita menos de lo que hay actualmente, pero también se requiere producir de manera diferente”, precisó Ibarrola Rivas para Global UNAM.

En el mundo 1 de cada 3 personas tiene mala alimentación

En el mismo simposio, la oficial de Nutrición en la División de Nutrición y Sistemas Alimentarios de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), Ana de Lourdes Islas Ramos, explicó que en el mundo una de cada tres personas presenta mala nutrición.

En 2020 a nivel global al menos 3.1 millones de personas no fueron capaces de llevar una dieta saludable—detalló Ramos—. En términos de estadísticas, asegura que una de cada cinco muere por dietas poco saludables; un tercio de las emisiones de efecto invernadero son producidas por la producción de alimentos (en su mayoría carne) y la cantidad de agua disponible por persona se redujo a más de un 20% en los últimos 20 años.

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Al respecto, la investigadora y especialista en seguridad alimentaria Ibarra Rivas, resaltó la necesidad de cambiar pastizales por tierras de cultivo; reducir las zonas de caña de azúcar y ganado para aumentar las áreas donde se puedan sembrar legumbres y frutos secos. Aumentar el rendimiento de los cultivos aminora la demanda de tierras agrícolas, enfatizó.

(Con información de Semarnat, Global UNAM, INSP)