Depresión navideña es el nombre que reciben los sentimientos de nostalgia y tristeza durante la época festiva de fin de año. Se atribuye a los días fríos y la ausencia de familiares o seres queridos durante las reuniones. Aunque este estado tiende a ser temporal, para algunas personas la depresión no sólo está presente cuando las luces de colores, los árboles y los regalos adornan los hogares. Está presente en cada día, en cada espacio y en cada celebración. Sea que los rayos del sol entren por la ventana o de los árboles caigan hojas secas.
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De acuerdo con la Secretaría de Salud, en México existen 3.6 millones de personas adultas que viven con depresión, entre ellas, 1% son casos severos. Tras la pandemia por covid-19, aumentaron las repercusiones en la salud mental y problemas psicosociales, como lo fue para Mariana. A corta edad Mariana fue diagnosticada con ansiedad generalizada, pero el confinamiento y diversos factores en su vida personal dejaron como secuela una depresión crónica.
“Era como si estuviera dormida. En mi infancia y adolescencia tuve un mejor estado de salud mental gracias a la terapia, pero el evento traumático la despertó, la revivió. Fue cuando obtuve mi diagnóstico de depresión”, menciona.
¿Qué es la depresión y sus síntomas?
Salud mental, ansiedad y depresión fueron palabras que estuvieron presentes desde la infancia de Mariana. Como cualquier infante Mariana tenía miedos, pero no los soltaba como era lo esperado a su edad. Temblores, tornados o hechos relacionados con hechos naturales le generaban ataques de pánico y un llanto descontrolado. Por lo cual, su mamá y papá decidieron llevarla a terapia infantil.
“Conforme a mi entendimiento de niña, la terapeuta me explicó sobre la ansiedad. ‘No es que te vaya a pasar lo que piensas, sino tu mente se imagina los peores casos y se queda ahí’, comentó. A partir de ello, comencé a tener control sobre los ataques de pánico”, recuerda Mariana.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades informan que las y los niños tienen miedo y preocupaciones, por lo cual suelen sentirse tristes o desesperanzados. Cuando los sentimientos son persistentes o extremos son relacionados con ansiedad o depresión. La ansiedad provoca problemas para dormir, fatiga, dolores de cabeza o dolores de estómago.
La terapia permitió a Mariana tener su sintomatología controlada. Sin embargo, años después, unos problemas en su columna y un robo a su casa provocaron que regresara el pánico derivado de la ansiedad. Con el inicio del confinamiento por pandemia, Mariana comenzó a notar las primeras señales de depresión.
“Recuerdo un día que no quería levantarme, bañarme o realizar cualquier otra actividad, incluso ir al baño costaba trabajo. Ese día me quedé acostada. Me sentía como una muñeca de trapo. Poco a poco empecé a notar cambios en mis relaciones y formar una preocupación por el futuro”, expresa Mariana.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la depresión es un trastorno mental común. Implica un estado de ánimo deprimido o la pérdida de placer o el interés por actividades durante largos períodos de tiempo. La depresión es distinta de los cambios habituales del estado de ánimo y los sentimientos sobre el día con día, pues afecta todos los ámbitos de la vida, incluidas las relaciones familiares, relaciones laborales y las relaciones comunitarias.
“La depresión es una presión a nivel afectivo. En la mayoría de los casos las personas no se percatan de los síntomas que están presentando. La depresión invade a la persona, la rebasa, le hace sentir que es más grande que ella. Esto genera un desgaste físico, psicológico y emocional, por lo cual la persona siente desgano, irritabilidad o insatisfacción”, explica Marcela Miranda, quien es psicóloga y doctora en psicoanálisis.
Mariana comparte que al estar conviviendo diariamente con su familia durante el confinamiento, sus allegados notaron el cambio. De ser una persona que estaba en diversas actividades, pasó a estar sólo en su cama. Ante ello, decidieron apoyarla para asistir con una psicóloga, quien la canalizó con una psiquiatra. Le realizaron exámenes y confirmaron su diagnóstico de depresión a los 21 años. Para Mariana, fue un golpe fuerte, pero la terapia y el medicamento permitieron una mejoría en su bienestar.
¿Cuál es la diferencia entre depresión y depresión navideña?
Marcela Miranda agrega que la depresión continúa siendo vista como una debilidad mental, como un problema individual a pesar de su incidencia a nivel mundial. De acuerdo con la OMS, alrededor del mundo existen 280 millones de personas con depresión. Aunque hay tratamientos conocidos y eficaces contra los trastornos mentales, más del 75% de las personas afectadas en los países de ingreso bajo y mediano no reciben tratamiento. A ello, se añade el estigma.
“A partir del confinamiento se ha mostrado que existen diversos factores que afectan a las personas. Aunque poco se habla de ello, uno es la idea de felicidad. Se ha convertido en un objetivo obligatorio, poco analizamos qué significa la felicidad para cada persona, pues la medimos mediante estándares sociales, como logros y éxitos”
Estos estándares sociales han dado paso a la conocida depresión navideña. SOM Salud Mental 360 explica que la autoexigencia por el deseo de vivir celebraciones perfectas, las tensiones familiares y la dificultad para compatibilizar la vida laboral y familiar fomentan la aparición de síntomas, como insomnio, ansiedad o mal humor. A comparación de la depresión, la depresión navideña no es un trastorno mental, pero tanto la depresión navideña, como la depresión son involucradas por las exigencias sociales de las fechas festivas.
La especialista en psicoanálisis encuentra que en la temporada navideña, o las festividades en general, están presentes estímulos de regalos, celebraciones, festejos, sonrisas, etc. Esto puede desencadenar sentimientos de tristeza y soledad asociándose con el término depresión navideña. Mariana Miranda aconseja evitar engañarse por el término, pues aunque se atribuye a una cuesta abajo por la temporada de frío, el fin de celebraciones o la falta de acompañamiento, también puede ser una llamada de atención.
“Es necesario preguntarnos cómo nos sentimos, por qué nos sentimos así y qué estamos haciendo con ese dolor. A lo mejor es un dolor que viene acompañado de exigencias socioculturales o estamos negando un dolor que hemos escondido. Al encontrar estas respuestas, podemos encontrar maneras de actuar”
Desde su primer diagnóstico con ansiedad generalizada, Mariana ha tenido el acompañamiento de su familia y amistades cercanas. Esto ha llevado a abordar la depresión como parte de su cotidianidad donde está bajo tratamiento. Sin embargo, cuando se reúne con personas alejadas a su círculo durante las épocas festivas encuentra incomodidad y exigencia social por ser parte de la celebración.
“Continúa el estigma de atenderte bajo terapia y medicamentos, algunos familiares utilizan adjetivos ajenos a la realidad de quienes vivimos con depresión”, menciona Mariana
Otro punto que encuentra Mariana son los medicamentos. Durante la época de fiestas el alcohol es una bebida presente. Cuando una persona está en tratamiento lo recomendable es evitar ingerirlo con el fin de no repercutir en el efecto del medicamento. Mariana comparte que cuando estaba tomando medicamento, asistió a celebraciones donde le invitaban a beber y ella se negaba, pero un 'no puedo' no era suficiente.
“Comenzaban a preguntarme las razones y les explicaba mi diagnóstico. A pesar de ello, continuaban insistiéndome y que dejara el medicamento por un día. La gente no tenía empatía por las razones. Entre el cansancio de explicar y los estigmas, preferí por un tiempo decir que no podía beber por otro problema de salud”, expresa Mariana.
Tanto en épocas festivas, como a lo largo del año, Mariana identificó que las personas muestran su apoyo cuando compartes un diagnóstico de depresión, pero conforme la depresión va desarrollándose y reflejándose fuera del cuarto, el apoyo cambia.
“La gente espera que sigas siendo la misma aun con diagnóstico de depresión. Aunque me decían que estaban para lo que necesitara, cuando la depresión se reflejó en el trabajo, por ejemplo, las palabras quedaron de dientes para afuera”.
¿Cómo acompañar la depresión y la 'depresión navideña' en épocas festivas?
Ante las próximas celebraciones y reuniones que provocan sentimientos de tristeza, nostalgia e incomodidad, la psicóloga Marcela Miranda aconseja prever escenarios mediante la búsqueda de respuestas que sirvan como autocuidado. ¿Cuáles son mis expectativas para este año? ¿Mis expectativas son realistas? ¿Qué me duele de esta época? Son algunos ejemplos para iniciar a formar un plan que permita priorizar el bienestar.
“Si queremos dar algún detalle y no tenemos dinero, enfoquemos nuestros esfuerzos a dar detalles simbólicos. Si extrañamos a un familiar, hagamos un homenaje con las actividades que disfrutaban en estas épocas. Si no queremos estar con la familia, pero queremos estar en compañía, invitemos a nuestras amistades. Podemos realizar diversas actividades para disminuir la soledad”
Si conocemos a una persona que está atravesando un diagnóstico de depresión o está bajo tratamiento, la especialista recomienda acompañar a las personas desde la escucha de sus sentimientos con el fin de crear conexiones humanas. Si la persona muestra resistencia a iniciar un tratamiento debido a los estigmas, Marcela Miranda aconseja ofrecer palabras que inviten a consultar a un profesional.
“Es necesario evitar anestesiar el dolor mediante alcohol, fiestas o cualquier otra sustancia. Es necesario reconocerlo, atenderlo, escucharlo y trabajarlo porque puede reflejarse en situaciones más dolorosas. A la par, es necesario buscar ayuda con un profesional para encontrar la raíz. Más que sonrisas, necesitamos trabajar con el dolor”, destaca Marcela Miranda.
Por su parte, Mariana aconseja evitar asumir cómo se ve, se siente o se expresa una persona con depresión porque cada persona tiene su propio camino. En lugar de dar alternativas automáticas, Mariana recomienda que las personas pregunten cómo pueden auxiliar o ayudar.
“Tal vez la persona necesita ser escuchada, ser acompañada a una reunión o evitar estar a solas con un familiar. Todas las personas necesitamos cosas distintas y sólo las vamos a conocer si preguntamos, especialmente cuando la persona nos comparte su diagnóstico”
Como mensaje para las personas que tienen un diagnóstico de depresión, Mariana enfatiza en priorizar las necesidades propias. Más allá de cumplir con la asistencia de reuniones, es necesario identificar aquellas situaciones que pueden detonar incomodidad y así poder evitarlas. Tales decisiones pueden tomarse antes, durante y después de la celebración.
“Podemos enfrentarnos a chantajes o exigencias sociales, pero es necesario atender nuestra salud mental. Podemos encontrar alternativas que nos puedan también hacer disfrutar estas fechas, incluso cuando no cumplimos con los deberes”.
Actualmente Mariana tiene 24 años, es abogada, consultora e investigadora en derechos laborales. A inicios de su depresión, atravesó por momentos de llanto y frustración al no cumplir con sus expectativas de actividad. Por la pandemia por covid-19, enfrentó el distanciamiento de celebrar con sus familiares a través de una pantalla, la nostalgia de las festividades pasadas y la ausencia de su abuelita. Ahora en estas fechas, Mariana resignifica la ausencia de sus familiares y la presencia de su diagnóstico buscando transmitir esa ilusión que llegó a sentir hacia sus sobrinos. A la par, continúa con su tratamiento y reconoce cómo actuar ante los ataques de pánico.
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