Con el mandil típico para cocinar que muchas mujeres usan todo el día como si se tratara de un uniforme para ser ama de casa, la menuda y pícara Laura me recibe en su comedor, ese dónde todas las personas que cruzan el umbral de su puerta usan cuando saben que tendrán una conversación larga con ella.
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—Me llamo Laura Navarrete Álvarez, tengo 77 años, soy viuda y con un chorro de hijos— comenta — Aunque me la paso bien, yo no puedo alegrarme del todo en las fiestas porque tengo dos hijos que no me hablan y quieras que no eso pesa— añade sin filtros, sentada frente a mí con los brazos sobre la mesa.
Para Laura, las fiestas y reuniones familiares, en especial las decembrinas, le provocan cierto escozor que remueve recuerdos dolorosos, pues fue un 27 de diciembre de 2013 que su esposo falleció, motivo por el cual ella y su familia conmemoran su aniversario luctuoso y la celebración navideña ese mismo día en su casa. “Por un tiempo sí me pegó, pero pues afortunadamente tengo hijos que me levantaron el ánimo” detalla con tranquilidad.
A más de la mitad de sus siete décadas, Laura reconoce que cuenta con una familia que, por muy malos que estén los tiempos, siempre la apoyan, acompañan e incluyen dentro de las dinámicas familiares, un acompañamiento que lamentablemente no todas las personas adultas mayores obtienen de sus familias y personas cercanas.
“En el país, hay aproximadamente 1.7 millones de personas de 60 años o más que viven solas. El resto sí reside como tal en una familia, sin embargo, existe un sentimiento de abandono en el cual estas personas no se sienten integradas a la comunidad o a su propia familia y eso es muy doloroso”, comenta la licenciada en psicóloga Rosa Erika Nieves Quirós, especialista en psicogerontología por la Facultad de Psicología de la UNAM para SuMédico.
Personas adultas mayores: un grupo poblacional vulnerable cada vez más grande en México
El envejecimiento de la población se ha convertido en una de las transformaciones sociales más importantes del siglo XXI debido a que todas las regiones del mundo experimentaron un incremento considerable en la esperanza de vida desde 1950 con consecuencias para casi todos los sectores de la población, entre ellos, el mercado laboral y financiero, así como la estructura familiar y los lazos que se forman entre generaciones.
A nivel global, la población mayor de 65 años crece más rápido que el resto de los segmentos poblacionales, informa la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En el caso de México, este cuenta con aproximadamente 17, 958,707 personas de 60 años y más, lo cual representa el 14 % de la población total del país, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición (ENOEN), en su segundo trimestre de 2022.
Debido a que la población de personas adultas mayores cada año va en aumento, se estima que para 2050 23 personas mexicanas de cada 100 serán adultas mayores. De estas: 12 tendrán entre 60 y 69 años, 7 entre 70 y 79 años y 4 tendrán entre 80 años y más, informa el Consejo Nacional de Población (SGCONAPO), con base en la Conciliación Demográfica de México, 1950-2015 y las Proyecciones de la Población de México y de las Entidades Federativas 2016-2050.
El envejecimiento de la población, con un incremento gradual de las personas adultas mayores, se debe a diversos factores entre los que se destacan dos: la discriminación de la mortalidad, misma que ayuda a incrementar la esperanza de vida, así como la disminución del número de nacimientos, puntualiza el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM). Esto, junto con los desarrollos educativos, científicos y tecnológicos, contribuye a que las personas vivan más años, pero no necesariamente con las mejores condiciones.
La soledad, abandono, precariedad económica y la falta de servicios de salud y vivienda son algunos de los factores que menguan la calidad de vida de este sector de la población que, como mencionamos anteriormente, cada año se hace más grande, afectando su salud física y mental.
“El panorama general de la salud mental en las personas adultas mayores en México es diverso, pues depende mucho del área o la localidad en la cual se encuentran las personas. Existe mucho el privilegio en el país y no es lo mismo una situación en una parte centralizada de la Ciudad de México a la periferia o las zonas rurales”, enfatiza la especialista Rosa Quirós.
Soledad, abandono y edadismo: factores clave para menguar la salud de las personas adultas mayores
— Para mí con que me hablen y me digan que están bien (sus familiares), aunque no vengan, está bien. Una se acostumbra a todo esto porque, así como tuve a todos mis hijos aquí, me dolió mucho que se fueran, pero te acostumbras a estar sola, a pedirle a Dios por ellos y las nietas, por todos los que están cerca de ti—, señala Laura con la mirada perdida hacia el altar de la virgen que tiene pegada a la pared.
De acuerdo con datos proporcionados por Margarita Maass Moreno del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, alrededor del 16% de las personas adultas mayores en México sufre abandono y maltrato por parte del gobierno y sus familiares, situación que afecta su salud física, mental y calidad de vida.
Al respecto, el médico psiquiatra, especialista en psicogeriatría, Joaquín Gutiérrez Soriano del departamento de psiquiatría de la Facultad de Medicina, detalló para SuMédico que los adultos mayores tienden a sufrir diferentes problemas físicos, así como una gran cantidad de problemas de salud mental por diversas causas que muchas veces se relacionan con cómo viven dentro de sus casas.
“Existe una constante dificultad para entender que los adultos mayores merecen respeto, ya que muchos de ellos pueden ser altamente discriminados y víctimas del edadismo, que es esta discriminación de las personas por la edad”.
Además de esto, el especialista puntualiza que las enfermedades y trastornos propiamente mentales impacta en gran medida en el funcionamiento y la estructura familiar, pues muchas personas al tener miedo de no saber cómo responder ante una situación de emergencia no se involucran en las dinámicas de cuidado de las personas mayores, propiciando exclusión, soledad y, sobre todo, depresión.
La depresión y el duelo por aquello que se queda en el camino
Los síntomas de depresión son bastante importantes y se consideran un síndrome geriátrico que tiene lugar cuando se viven muchos procesos de duelo, como el duelo material, mismo que está estrechamente relacionado con la pérdida de algún amigo o persona cercana, así como los duelos relacionados con la evidente limitación de las capacidades físicas y mentales.
“Que las personas adultas mayores vivan alrededor de muchísimos tipos de duelos, como alejarse de ciertas personas con las que convivían antes, perder sus capacidades para socializar; depender de otras personas para sobrevivir o sentir dolor crónico por algún tema de salud, son factores que menguan el estado de ánimo de las personas adultas mayores, más si no se les toma en cuenta por su familia”, señala Quirós.
A diferencia de otras personas, Laura se describe a sí misma como una mujer que nunca ha dependido de nadie para hacer sus actividades diarias “porque aún puedo, aunque me regañen mis hijos”, dice.
“Comadrera, relajienta y parlanchina”, como se describe a sí misma, Laura menciona que tiene la fortuna de platicar con quien sea que se le pare en frente porque todos en la colonia la conocen. No obstante, sus heridas y duelos brotan cuando recuerda aquellas tardes donde iba a comer y tomar café con sus amigas a sus casas.
“Luego me quedo platicando con mis amigas. Antes nos reuníamos ahí todas por el relajo y decíamos puras tonterías y era más seguido, pero pues un día murió una de ellas y eso sí dolió para que veas—afirma Laura asintiendo con tristeza en los ojos— porque todas nos desbalagamos y ahora solo en el mercado nos encontramos y ahí platicamos porque ya no es como antes”.
Herramientas y estrategias para integrar a las personas adultas mayores
Debido a que la socialización impacta directamente en el bienestar de las personas adultas mayores y mejora su calidad de vida, el psicogeriatra Joaquín Gutiérrez sugiere algunas estrategias de inclusión que pueden ser útiles para considerar a las personas adultas mayores en las reuniones y convivencias familiares, como es el caso de las fiestas decembrinas, para mejorar su calidad de vida.
El especialista en psicogerontología comenta que una forma de hacer sentir bien a las personas adultas mayores con las que convivimos es hacerles saber a través de demostraciones de afecto y palabras que son apreciadas para que se sienten queridas y, a su vez, se sientan como personas importantes. “Hacer esto puede favorecer su estado de ánimo y ayudarles a sentirse apoyados”, detalla.
Además, es importante tener patrones de escucha efectiva y afectiva, es decir, no sólo se trata de acercarnos a ellos para saber que hay interés, también es importante tener calidad y calidez en la comunicación. Ser cariñosos y cuidadosos con las cosas que hacemos y decimos les ayuda a disminuir la angustia y la depresión; les hace sentir libres de expresarse sin sentir que son juzgados o juzgadas. Muchas veces las personas adultas mayores se limitan por el miedo de fallar o de no poder hablar con los otros, por lo que debemos ser pacientes.
También es importante orientar a las y los adolescentes e infantes para que entiendan que es importante integrar a las personas adultas mayores, que necesitan voltear a verlas y escucharlas porque son valiosas sus aportaciones.
“Estas enseñanzas son importantes, pues si yo como hijo trato mal a los adultos mayores y me ven mis hijos, entonces les estoy enseñando a tratar mal a las personas mayores y en ese sentido yo puedo ser víctima de mis malas enseñanzas por mis comportamientos de discriminación y de no respeto, por lo que es importante poner atención en cómo actuamos hacia los mayores”, apunta Gutiérrez.
Buscar que las personas adultas mayores sean partícipes de las actividades, como la preparación de la comida o adornar la casa es importante para que se sientan incluidas en las festividades, aunque lo que puedan hacer sea mínimo. Además de esto, es considerado adaptar las actividades para que todas y todos los integrantes de la reunión se sientan parte de ella. Platicar de historias acerca de cómo vivían las y los abuelos sus navidades siendo niños o como han experimentado estas etapas puede llegar a ser muy útil.
“Hay que mostrar empatía y comprensión. A veces las fechas decembrinas, pues más allá de felicidad para algunas personas significan situaciones duras y difíciles que han pasado y hay que entenderlo. Hay que validar, que no para todos llegan a ser fechas de felicidad, pero que al validar esta emoción podemos hacer que se sientan mejor”, finaliza el especialista.
—A pesar de que vivo sola con mi hermano, no me siento así porque siempre tengo a toda mi familia presente cada que me visita y con estas fotos— me dice Laura parada frente al muro verde de su pequeña y acogedora casa repleta de fotos de todos sus hijos, nietas e imágenes religiosas.
Desempolvar los recuerdos para algunas personas es un arma de doble filo porque nunca sabes con qué te vas a encontrar, no obstante, Laura afirma que su vida es buena porque la comparte con “todos aquellos que tienen que estar”.
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