En muchas empresas mexicanas, el ambiente de trabajo se torna tóxico sin que se le dé el nombre adecuado: acoso, hostigamiento psicológico, mobbing, todas estas corresponden a violencia laboral. De acuerdo con mis investigaciones recientes, más del 70 % de los trabajadores han vivido alguna forma de violencia; burlas, humillaciones, aislamiento, desprecio verbal, en un contexto que, cuando no se atiende, puede tener graves consecuencias para la salud mental y física.
Te podría interesar
Hoy ese problema entró en tragicidad en el caso de Carlos Gurrola Arguijo, “Papayita”, trabajador de limpieza en H-E-B Senderos, Torreón, Coahuila. Papayita era objeto de burlas constantes, le escondían la comida, daños a sus pertenencias y le jugaban bromas pesadas.
El caso se documenta indicando que el pasado mes de agosto alguien habría puesto desengrasante en su botella de electrolitos, lo que provocó quemaduras internas graves en tráquea, pulmones y esófago, permaneciendo hospitalizado hasta que lamentablemente falleció el 18 de septiembre.
Como Psicología Organizacional, he observado que muchas instituciones normalizan el maltrato laboral. Se sabe que la violencia laboral no ocurre sólo hacia quien parece más vulnerable, a veces la víctima es alguien competente, alguien que podría representar una amenaza profesional al acosador, o simplemente alguien diferente. Además, las consecuencias no son solo emocionales también se presentan con trastornos como el insomnio, ansiedad, enfermedad física, aislamiento, etc.
El caso de Papayita desnuda además la cadena de responsabilidades y para ello debemos recordar que la NOM-035 de prevención de riesgos psicosociales, exige que estas conductas sean vigiladas, denunciadas y sancionadas. También señala que el contratante (H-E-B en este caso) tiene responsabilidad solidaria cuando se usan servicios tercerizados, y debe asegurarse de que sus proveedores cumplan con los estándares de salud mental, dignidad, seguridad y trato humano. Y para tener mayor claridad, describo los elementos que la violencia laboral suele tener:
- Bromas pesadas disfrazadas de “normalidad” que aceptan humillaciones repetitivas.
- Aislamiento, maltrato verbal, sustracción de pertenencias (robo de comida, celular, sabotaje de bicicleta).
- Falta de acción efectiva de quienes podrían prevenir: supervisores, recursos humanos.
Entonces, ¿qué se debe hacer para prevenir tragedias?
- Reconocimiento del problema: identificar lo que no es “normal” en un ambiente de trabajo. No son bromas inofensivas si dañan, humillan o generan miedo.
- Protocolos claros de denuncia: empresas grandes y contratistas deben contar con vías seguras, confidenciales e imparciales para que los trabajadores puedan reportar abuso sin represalias.
- Responsabilidad compartida: el contratante (empresa principal) y el contratista tienen obligaciones legales y morales. No basta con delegar la culpa.
- Capacitación constante: formación a mandos, supervisores, RRHH en manejo de conflictos, empatía, detección de señales de hostigamiento o violencia psicológica.
- Seguimiento y sanción real: acto administrativo, investigación documental, medidas disciplinarias cuando haya culpa, reparación de daños.
- Apoyo a la salud mental: asegurarse de que las víctimas tengan acceso a atención psicológica, acompañamiento, espacios de recuperación.
Papayita no debió morir. Su caso debería ser una llamada de alerta para que ninguna empresa tolere que las malas prácticas laborales lleguen al extremo del daño físico y la pérdida. La violencia en el trabajo no es un asunto de oficinas, de bromas aceptables o de jerarquías: es un asunto de dignidad humana, de salud mental, y de responsabilidad social.
Debemos concientizar y apelar a que no permitamos que este tipo de sucesos queden en titulares de un día. Que se traduzcan en reformas reales, en protocolos fortalecidos, en una cultura laboral donde el respeto y la protección mental sean parte central, no decorativa.
Para enterarte de toda la información que necesitas sobre salud y bienestar síguenos en Facebook y TikTok.