En los últimos años, el término “narcisista” se ha vuelto moneda corriente en redes sociales. Abundan los videos que describen relaciones de pareja con personas “frías”, “egocéntricas” o “manipuladoras”, y no falta quien asegure haber identificado a su expareja como alguien con trastorno narcisista de la personalidad.
Sin embargo, la mayoría de estos juicios se emiten desde el desconocimiento, confundiendo rasgos de carácter con un diagnóstico clínico que es mucho más complejo y que, en realidad, afecta a una minoría de la población.
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Llamar “narcisista” a cualquier persona egoísta, insensible o con dificultades para establecer vínculos sanos, puede trivializar un diagnóstico psiquiátrico que debe hacerse con mucho cuidado.
El trastorno narcisista de la personalidad es una condición reconocida por los manuales internacionales de salud mental —como el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales)—, y tiene criterios específicos que van mucho más allá del simple egocentrismo o la falta de empatía ocasional.
¿Qué es realmente el trastorno narcisista de la personalidad?
Se trata de un patrón duradero de grandiosidad (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y falta de empatía, que comienza en la edad adulta temprana y se da en diversos contextos. El diagnóstico requiere que estén presentes al menos cinco de los siguientes criterios:
- Tiene un grandioso sentido de autoimportancia (por ejemplo, exagera logros y talentos, espera ser reconocido como superior sin logros proporcionados).
- Está absorto en fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor ideal.
- Cree que es “especial” y único y que solo puede ser comprendido por, o debería relacionarse con, otras personas especiales o de estatus elevado.
- Requiere excesiva admiración.
- Tiene un sentido de derecho (expectativas irrazonables de un trato especialmente favorable).
- Es interpersonalmente explotador (se aprovecha de los demás para lograr sus propios fines).
- Carece de empatía.
- Suele envidiar a los demás o cree que los demás le envidian.
- Muestra comportamientos o actitudes arrogantes y altaneros.
Es importante entender que estos rasgos deben estar presentes de forma persistente y generar un deterioro significativo en la vida de la persona: en sus relaciones, en su trabajo, y en su bienestar emocional. No basta con que alguien actúe mal en una relación o se muestre egocéntrico en una situación particular. El diagnóstico solo puede realizarlo un profesional de la salud mental capacitado, tras una evaluación clínica cuidadosa.
Narcisismo no es sinónimo de maldad
En el imaginario colectivo, el narcisista es casi un villano emocional. Pero en la realidad clínica, muchas personas con este trastorno tienen una autoestima frágil y una enorme necesidad de validación externa. Detrás de la fachada de superioridad puede haber inseguridad, sufrimiento emocional y dificultades profundas para vincularse sanamente con los demás.
Algunas personas con este trastorno pueden no buscar ayuda porque no reconocen que tienen un problema. Pero otras sí llegan a consulta, muchas veces a raíz de conflictos recurrentes o síntomas depresivos y ansiosos. Es aquí donde la intervención profesional puede marcar una diferencia.
¿Cómo se trata?
El tratamiento principal para el trastorno narcisista de la personalidad es la psicoterapia, que debe ser llevada a cabo por profesionales especializados en trastornos de la personalidad. El proceso terapéutico busca mejorar la conciencia de sí mismos, trabajar las relaciones interpersonales y desarrollar una autoestima más estable y realista. En algunos casos, cuando hay síntomas asociados como depresión, ansiedad o impulsividad, puede ser útil el apoyo farmacológico.
No existen medicamentos específicos para “curar” el narcisismo, pero los psicofármacos pueden ser herramientas útiles para controlar síntomas que interfieren con el tratamiento psicoterapéutico.
¿Y qué hacemos con las redes?
Es natural que las personas busquen explicaciones a experiencias dolorosas, especialmente en el ámbito de las relaciones de pareja. Pero ponerle una etiqueta clínica a quien nos lastimó, sin fundamento profesional, puede ser más una forma de aliviar el enojo que una comprensión real del problema. Es mejor hablar de relaciones tóxicas, inmadurez emocional o incompatibilidad, cuando no se cuenta con un diagnóstico médico de por medio.
Hablar de salud mental con responsabilidad es indispensable. El trastorno narcisista de la personalidad no es una moda ni una excusa, sino una condición clínica que merece ser entendida y tratada adecuadamente. Dejemos que el diagnóstico lo hagan los expertos y no los likes.
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