El pasado 11 de abril se conmemoró un año más del Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson. Se tiene apartada esta fecha debido al aniversario del nacimiento del Dr. James Parkinson, médico clínico, sociólogo, botánico, geólogo, y paleontólogo británico; que fue el que describió de forma detallada los componentes que se incluyen en este que es el trastorno del movimiento más conocido a nivel mundial.
Justo de aquí quiero partir en la columna de esta semana, hablar de que la Enfermedad de Parkinson no es solamente un desorden de rigidez, temblor y torpeza psicomotora. Comienza clásicamente después de los 50 años de edad y se van perdiendo neuronas de la zona de los ganglios basales, el sitio que lleva el control de los movimientos, de forma crónica y degenerativa, donde todavía no contamos con un maneo curativo, pero sin con terapias que disminuyen su progresión y controlan efectivamente los síntomas por muchos años.
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En el campo de la neuropsiquiatría, la Enfermedad de Parkinson nos presenta una buena cantidad de retos. En primer lugar, hay que mencionar que la apatía y el embotamiento emocional son muy comunes. Las neuronas de esta zona son neuronas predominantemente dopaminérgicas, que además de encargarse del ya mencionado control de los movimientos, es el químico fundamental del placer y del disfrute, no es nada extraño que se acompañe de estos síntomas. Así mismo, todos recordaremos personas famosas portadoras de esta patología que llegan a tener caras completamente inexpresivas y que son ineficaces para transmitir sentimientos.
No solamente, vemos la expresión externa de porcas emociones, sino, que también es relativamente frecuente la comorbilidad de Parkinson con trastorno depresivo mayor. La carga psicosocial y funcional del padecimiento, y las fallas químicas ya mencionadas, son las responsables de la incidencia conjunta de depresión.
Las neuronas que se afectan viven en las zonas medias del cerebro, pero también es común que se alteren capas de la corteza cerebral de las zonas frontales del cerebro. Por tal motivo, los pacientes llegan a presentar modificaciones radicales en su conducta y personalidad, suelen ser más impulsivos y con errores francos de juicio; así como, comenzar a reportar la presencia de alucinaciones visuales, algunas donde no perciben de forma correcta los estímulos del medio ambiente, pero otras donde terminantemente llegan a ver situaciones que no están ahí y que son motivo de una angustia increíble y de notorios episodios de descontrol que hacen mandatorio la evaluación de estos sujetos.
Es muy común, que además del manejo requerido para sus problemas motores, llegan a requerir la utilización de fármacos antidepresivos, que regulen la conducta y que supriman la experiencia de falsas percepciones y eventos psicóticos como las alucinaciones, que suelen ser el motivo de agresión y agitación psicomotriz.
Por lo tanto, es importante recordar, que en algún momento de la evolución de la Enfermedad de Párkinson, no debe de ser nada extraño acudir a un especialista en neuropsiquiatría.