En octubre de 2023, se cumplieron 100 años de la entrega del Premio Nobel en Fisiología y Medicina a los doctores Frederick Grant Banting y John James Rickard Macleod por el descubrimiento de la insulina.
Recordamos hoy este evento, como la primera esperanza de alivio contra el terrible mal que, en aquellos tiempos significaba desarrollar diabetes. Bastaba con administrarse a quien la padecía, para que, de forma casi milagrosa, se levantara con un aspecto recuperado. La administración de la insulina de forma regular pudo incrementar de forma espectacular la mermada sobrevida de estos enfermos.
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Sin duda alguna, uno de los avances más importantes de la ciencia ¿Quién imaginaría que, años más tarde, la diabetes se convertiría en una de las principales causas de muerte en todo el mundo? ¿Cómo suponer en aquél entonces que, la diabetes sería por mucho el ejemplo clásico de enfermedad crónica?
Haciendo justicia a esta contradicción, muchos me han mirado con desdén al sugerir que la diabetes tipo 2 puede volverse cosa del pasado cuando se realizan acciones concretas y por supuesto, respaldadas según el método científico y los principios de la alopatía. Por ello, quiero emplear este espacio para compartir brevemente el camino que la ciencia ha recorrido para llegar hasta donde estamos y que me permite emitir tales aseveraciones.
¿Es posible la remisión de la diabetes tipo 2?
Los primeros casos de “curación” o “reversión” de la diabetes tipo 2, fueron descritos en pacientes sometidos a cirugía bariátrica y quienes tuvieron pérdida significativa de peso. Se reavivó la esperanza de encontrar una cura e igualmente contribuyó al entendimiento de la importancia de la grasa visceral y los distintos participantes en la compleja interacción entre el páncreas, intestino y las adiposas, incluyendo las moléculas que protagonizan este texto: las incretinas.
Las dos incretinas principales: GIP (polipéptido Inhibidor Gástrico) y GLP-1 (péptido similar al glucagón), sus receptores celulares y las sustancias con capacidad de activar estos receptores, resultaron ser la clave para encontrar un estado de bienestar en el cual la persona deja de tener los riesgos que representa desarrollar diabetes. ¡Increíble! ¿No?
Probablemente, al advertir que caería una cascada de medicamentos y terapias que se autoproclamarían “curas para la diabetes”, en agosto de 2021 se dio a conocer en la famosa revista Diabetes Care, un documento de consenso, en el cual se plasmó el acuerdo entre varios expertos en el área sobre como debe definirse e interpretarse la remisión de la diabetes tipo 2 (véase Diabetes Care 2021;44(10):2438–2444) y que traducido al español se lee:
“El término empleado para describir una mejora metabólica sostenida en diabetes tipo 2, cercano a los niveles normales debe ser remisión de la diabetes” (…). La remisión debe ser definida como un retorno de hemoglobina glucosilada menor a 6.5% que ocurre espontáneamente o posterior a intervención y que persiste por al menos 3 meses en ausencia de farmacoterapia hipoglicemiante (…)”.
Por si fuera poco, se ejecutaron no pocos estudios clínicos en los que se evaluó la probabilidad de encontrar la remisión de la diabetes tipo 2 comparándola con el tiempo de evolución de la diabetes (es decir, el tiempo transcurrido desde el diagnóstico) y se encontró que más del 90% de los pacientes con menos de un año de diagnóstico alcanzaban la remisión, mientras que solamente el 10% de los pacientes con evolución mayor a 20 años podría alcanzar el estado de no requerir medicación.
Avance del tiempo significa una menor probabilidad de reversión
En términos prácticos, curar la diabetes no solo es posible, sino un objetivo recomendado y deseable en la gran mayoría de los pacientes, que no debe postergarse, ya que el avance del tiempo significa una menor probabilidad de reversión.
Cura, remisión, no importa el término que quiera emplearse, es algo que puede hacerse, un estado que puede alcanzarse y en que el tiempo es primordial. ¿Empezarás ahora o vas a esperar otros 100 años?
Como cada caso es único y particular, debemos evitar prácticas riesgosas como la automedicación o el cambio de receta, ante todo debemos siempre recurrir a nuestro médico tratante para definir juntos la mejor estrategia que nos ayude fortalecer la calidad de vida, sobre todo en el caso de las enfermedades crónicas, con toda la confianza puedes seguir las recomendaciones de tu médico y evitar riesgos.