Desde hace ya varios años se ha designado al mes de octubre como los 30 días de repetición constante y frecuente sobre el tipo de cáncer más prevalente y asesino que existe en el género femenino en este país y en todo el mundo. Sabiendo desde hace mucho que esto es así, se ha planteado el mejor y más sabio esquema de solución, que es la prevención. Con soluciones cada vez más fáciles y accesibles, como las muy baratas y difundidas mastografías y el control regular y, cuando menos anual, de todas las personas del género femenino, sin falta alguna, a partir de los 40 años de edad.
Una patología con potencial letal como el cáncer y sumado al contexto de un órgano que tiene que ver con la feminidad, la sensualidad y con un alto valor de autoimagen como la mama, lleva de manera sustancial un nexo indisoluble con la salud mental.
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Es claro, y así lo demuestran el tipo de organización institucional que se lleva a cabo en los mejores centros de atención al problema en el mundo, que siempre, siempre, siempre, se requiere de la intervención, cuando menos para evaluar a las pacientes, de un equipo de profesionales de la salud mental.
Atención de la salud mental en el cáncer de mama
Estos protocolos abarcan desde la entrega de resultados, desde los positivos hasta los confusos, el apoyo en la toma de decisiones sobre los tratamientos disponibles, la adaptación a los cambios de estilo de vida y de cuidados cuando se tiene un diagnóstico y un manejo, y la detección oportuna de las personas especialmente susceptibles a padecer patologías psiquiátricas, del tipo de ansiedad o episodios depresivos.
Que decir, que está perfectamente demostrado que, cuando se atienden oportunamente estos desórdenes, no solamente mejora la calidad de vida de las pacientes, sino también la respuesta a los quimioterápicos y una menor cantidad de complicaciones.
Se cuenta ya, incluso, con especialistas certificados y que se han perfeccionado en técnicas de psicoterapia específicas para estos casos, así como con conocimientos expertos en las decisiones de uso de medicamentos que no tengan interacciones, ni complicaciones con el uso de las sustancias anticancerosas; factores muy relevantes para el seguimiento.
Actualmente, y a la luz de los últimos avances en las opciones de tratamiento, el cáncer de mama es ya una patología con un gran potencial de curación. Se logran remisiones en un porcentaje altísimo de las pacientes, se tienen ya muy claros los protocolos de uso prudente de las quimioterapias, la radioterapia, y los anticuerpos contra las células malignas, donde se reducen los tamaños del cáncer y el potencial de dispersión, para poder hacer cirugías de mejor talante y con un índice muy pequeño de complicaciones y de secuelas.
Ya hay claros procesos de rehabilitación super establecidos y armados, y donde, quiero poner el acento en que se requiere, y es prácticamente obligatorio monitorear y tratar los estados emocionales de las mujeres.
No todas requieren de atención en salud mental, pero desde el formato de grupos de apoyo, terapias de contención y soporte afectivo, psicoterapias especializadas o formalmente la intervención del psiquiatra, todo suma para seguir combatiendo de forma efectiva una patología que es y sigue siendo un problema de salud pública en el mundo.