La preocupación suele asociarse a la angustia y a la inquietud que se produce por algún motivo y hoy te diremos qué le pasa a tu cuerpo cuando estás preocupado.
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Algunas preocupaciones, son menores y quedan atrás, sin embargo, otras pueden persistir en el tiempo y derivar en problemas psicológicos como trastornos de ansiedad o incluso depresión.
¿Qué le pasa a tu cuerpo cuándo estás preocupado?
Preocuparse es sentirse incómodo o estar demasiado preocupado por una situación o problema. Con una preocupación excesiva, tu mente y tu cuerpo se aceleran mientras te enfocas constantemente en "lo que podría pasar".
En medio de una preocupación excesiva, puede sufrir de mucha ansiedad, incluso pánico, durante las horas de vigilia. Muchas personas crónicas que se preocupan dicen que sienten una sensación de fatalidad inminente o temores poco realistas que solo aumentan sus preocupaciones. Ultrasensibles a su entorno y a las críticas de los demás, las personas excesivamente preocupadas pueden ver cualquier cosa, y a cualquiera, como una amenaza potencial.
La preocupación crónica puede afectar tanto tu vida diaria que puede interferir con tu apetito, hábitos de estilo de vida, relaciones, sueño y rendimiento laboral. Muchas personas que se preocupan excesivamente están tan ansiosas que buscan alivio en hábitos de estilo de vida nocivos como comer en exceso, fumar cigarrillos o consumir alcohol y drogas.
¿Una preocupación puede hacer que te enfermes?
La preocupación crónica y el estrés emocional pueden desencadenar una serie de problemas de salud. El problema ocurre cuando la lucha o la huida se desencadenan diariamente por una preocupación y ansiedad excesivas.
La respuesta de lucha o huida hace que el sistema nervioso simpático del cuerpo libere hormonas del estrés como el cortisol. Estas hormonas pueden aumentar los niveles de azúcar en la sangre y los triglicéridos (grasas en la sangre) que pueden ser utilizados por el cuerpo como combustible. Las hormonas también causan reacciones físicas como:
- Dificultad para tragar
- Mareos
- Xerostomía
- Latidos cardíacos rápidos
- Fatiga
- Cefaleas
- Incapacidad para concentrarse
- Irritabilidad
- Dolores musculares
- Tensión muscular
- Náuseas
- Energía nerviosa
- Respiración rápida
- Dificultad para respirar
- Transpiración
- Temblores y espasmos.
Cuando el exceso de combustible en la sangre no se usa para actividades físicas, la ansiedad crónica y la efusión de hormonas del estrés pueden tener consecuencias físicas graves, que incluyen:
- Supresión del sistema inmunitario
- Trastornos digestivos
- Tensión muscular
- Pérdida de memoria a corto plazo
- Enfermedad prematura de las arterias coronarias
- Infarto.
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