Con base en “Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR)” del INEGI 2025, la diabetes es la segunda causa de muerte en México, mientras que las enfermedades del corazón y cerebrovasculares representan el primer y séptimo puesto en mortalidad en el país, respectivamente.
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Ante ese contexto, en SuMédico entrevistamos al Dr. Francisco Padilla, autor principal de una investigación que puede ayudar a tener nuevos tratamientos más útiles para las personas con diabetes.
El Dr. Francisco Padilla, es médico egresado de la Universidad de Guadalajara, se especializó como Cardiólogo Clínico e Intervencionista por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Además, es miembro de la Asociación Nacional de Cardiólogos de México (Ancam).
Es importante tomar en cuenta que el 18.3% de la población en México que vive con diabetes mellitus tipo 2 enfrenta un mayor riesgo de padecer un infarto en el corazón o en el cerebro, debido a niveles elevados de colesterol LDL “malo” y triglicéridos, así como concentraciones bajas de colesterol HDL “bueno”.
La trayectoria del Dr. Padilla que busca mejorar el tratamiento de diabetes
El Dr. Francisco Padilla Padilla, cardiólogo clínico intervencionista con más de 20 años de experiencia en investigación clínica, siempre supo que su vocación era la medicina. Desde sus años de secundaria, fascinado por las ramas biológicas, decidió dedicar su vida a ayudar y curar personas.
Hoy, esa misma vocación lo ha llevado a liderar uno de los estudios más relevantes en el tratamiento de la diabetes en México, un país que ocupa los primeros lugares en prevalencia a nivel mundial.
La investigación se centra en un problema específico de la población mexicana: la dislipidemia mixta, caracterizada por niveles elevados de colesterol y triglicéridos, que afecta de manera particular a las personas con diabetes.
Esta condición eleva drásticamente el riesgo de enfermedad cardiovascular, que incluye infartos, embolias cerebrales y enfermedad arterial periférica, y que representa la principal causa de muerte en México, muy por encima de cualquier tipo de cáncer. El estudio del Dr. Padilla no solo busca reducir números en un análisis de laboratorio, sino salvar vidas y prevenir discapacidades a largo plazo.
El perfil lipídico único del mexicano: una urgencia nacional
La población mexicana presenta una característica genética que la hace particularmente susceptible a desarrollar dislipidemia mixta, es decir, niveles altos simultáneos de colesterol y triglicéridos, junto con niveles bajos del llamado "colesterol bueno" (HDL).
"Si tú comparas a un diabético, por ejemplo, aquí cerquita de España o de Estados Unidos con el que tiene diabetes en México, ellos no tienen tantos triglicéridos altos. Es más, el mexicano", explica el Dr. Padilla.
Esta particularidad hace que los tratamientos estandarizados, basados en estudios realizados en otras poblaciones, no siempre sean efectivos para los pacientes mexicanos, lo que subraya la urgente necesidad de investigación local que permita personalizar las terapias y mejorar los resultados clínicos.
Resultados transformadores: eficacia superior en 4 meses
El estudio comparó dos grupos de pacientes mexicanos con diabetes tipo 2 y dislipidemia mixta. Un grupo recibió atorvastatina, un medicamento común para reducir el colesterol, mientras que el otro recibió una combinación de atorvastatina y fenofibrato, este último dirigido específicamente a reducir los triglicéridos. Los resultados fueron contundentes: la combinación de medicamentos logró que más del 70% de los pacientes alcanzaran las metas deseadas de colesterol y más del 80% las de triglicéridos en un período de apenas cuatro meses.
"Por lo tanto, es muy importante verificar que nuestro paciente pueda recibir este tratamiento que puede llegar a ser muy útil y puede salvarle la vida en un futuro", destaca el investigador.
Prevención de discapacidad y muerte prematura
El Dr. Padilla enfatiza que el verdadero objetivo de controlar el colesterol y los triglicéridos va mucho más allá de mejorar unas cifras en un reporte de laboratorio. Se trata de prevenir consecuencias devastadoras que se manifiestan años después. "La persona que tiene colesterol elevado, tan temprano como los 40 años, ya empiezan a pegarse placas de colesterol en todo el cuerpo". Estas placas, con el tiempo, pueden provocar un infarto que lleve a una insuficiencia cardíaca discapacitante o una embolia cerebral que cause secuelas permanentes. Además, existe una fuerte correlación entre los lípidos elevados y el deterioro neurocognitivo en la edad adulta, como demencia y problemas de memoria. Actuar a tiempo, afirma, crea un "efecto legado" de protección que persiste durante décadas.
Un llamado a la acción y el cambio de estilo de vida
El especialista es claro al afirmar que el manejo de la diabetes y sus comorbilidades requiere un enfoque dual. Por un lado, los cambios en el estilo de vida son fundamentales e irremplazables:
"Los alimentos deben ser cocidos, asados, al vapor, nunca fritos. Quitar todas las grasas saturadas, hacer ejercicio, mantenerse delgado, controlar bien la presión y controlar bien el azúcar. Por otro lado, recalca que el tratamiento farmacológico es igual de crucial: Todos los que tienen diabetes deben de recibir medicina para colesterol", señala el especialista.
De igual forma hace un llamado a los pacientes a ser proactivos y comentar con su médico esta necesidad, ya que "a veces como médicos tenemos mucho trabajo y algunos, cuando estamos muy saturados, se nos olvida esa parte".
El compromiso con el paciente y el futuro de la investigación
Para el Dr. Padilla, el éxito del tratamiento depende de una alianza entre el médico y el paciente. "Yo no puedo ser el único preocupado por su salud. Los dos tenemos que estar comprometidos".
Recomienda que los pacientes se realicen estudios de monitoreo cada 4 a 6 meses si están controlados, y cada 2 meses si no lo están.
Mirando hacia el futuro, el cardiólogo y su equipo ya trabajan en tres nuevos proyectos de investigación centrados en diabetes, obesidad y colesterol, donde buscan medir no solo "eventos duros" como infartos, sino también la mejora en la calidad de vida de los pacientes.
Su mayor legado, concluye, sería ser recordado como "una persona enamorada de mis pacientes y preocupada porque ellos tengan una calidad de vida muy buena".
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