Durante mucho tiempo, los científicos han buscado la clave para alargar nuestra esperanza de vida y que por lo tanto, podamos vivir más (y mejor). Dentro de esos intentos, un nuevo estudio ha encontrado que para vivir más, el microbioma intestinal es la clave, tal y como lo demuestran las personas más longevas.
El microbioma intestinal (o la microbioma humana en general), se trata del conjunto de diversos microorganismos (como bacterias) y virus que viven de forma natural en el cuerpo humano, sin causar algún daño negativo, ya que, por el contrario, pueden influir de forma positiva en nuestra salud.
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Diversos estudios han demostrado que nuestro microbioma, principalmente el intestinal, tiene una gran participación en diferentes procesos del cuerpo y nuestro bienestar general, incluso podría influir en la salud mental y en la respuesta autoinmune.
Ahora, nuevas investigaciones apuntan a que el microbioma intestinal sí puede influir en el envejecimiento, e incluso podría ser la clave para ayudarnos a vivir más y mejor.
El microbioma intestinal es crucial en el envejecimiento
Una investigación publicada en la revista Nature Microbiology, encontró que el microbioma intestinal podría ser fundamental para vivir más tiempo, debido a que ayudaría a prevenir enfermedades relacionadas con la edad, tal y como demuestran los famosos centenarios.
Según los investigadores, que se encargaron de estudiar a 389 participantes de Japón y Cerdeña (en Italia), parece ser que las personas centenarias, tienen una reducción en la susceptibilidad a enfermedades relacionadas con el avance de la edad y también contra infecciones, si se les compara con personas más jóvenes.
Esto, sugieren los investigadores, podría deberse a que las personas de mayor edad en el estudio (de 60 años o más), tenían un microbioma intestinal (bacterias y virus) más diverso y cuantioso, que aquellos participantes de menor edad (de 18 años en adelante).
Más virus y más bacterias intestinales, podría significar más años
Durante la investigación, los autores se encargaron de analizar las muestras de heces para poder analizar el microbioma intestinal de 389 personas sanas de Japón y de Italia, incluyendo:
- 195 centenarios (100 años o más), de los cuales 176 eran japoneses.
- 133 adultos mayores (60 años o más).
- 61 adultos jóvenes (21 y 24 años de edad).
Después de usar herramientas de análisis, lograron identificar que las personas centenarias tenían una diversidad de bacterias y de virus (llamado viroma) mucho más amplia en variedad y cantidad, lo que ayudaría a tener un microbioma intestinal más diverso, y mejorar el metabolismo bacteriano y sus funciones de desintoxicación a nivel intestinal.
Por ejemplo, los científicos se dieron cuenta de que esta mejora e impulso a las funciones metabólicas de las bacterias, potenciadas por los virus, podrían ser útiles para los procesos bioquímicos, como el metabolismo del sulfuro, lo que puede ayudar a proteger contra patógenos aeróbicos.
Algunos virus pueden ayudarnos a vivir más
Esta nueva investigación, realizada por científicos de la Universidad de Copenhagen, ha demostrado que quizás algunos virus que se encuentran en el intestino pueden ser la clave para mantener más salud y una vida más longeva, según concluyeron en el estudio, podrían tener un efecto benéfico en el microbioma intestinal.
Estos virus, aclaran, no son virus que afecten a las células de nuestro cuerpo, sino que se enfocan principalmente de las bacterias en nuestros intestinos. Estos, dicen, fueron encontrados principalmente en las personas centenarias, que en general demostraron una mejor salud y protección contra infecciones y otras enfermedades.
“Hemos aprendido que si un virus visita a una bacteria, en realidad puede fortalecer a la bacteria. Los virus que encontramos en los centenarios japoneses sanos contenían genes adicionales que podrían estimular la bacteria. Aprendimos que podían impulsar la transformación de moléculas específicas en los intestinos, lo que podría servir para estabilizar la flora intestinal y contrarrestar la inflamación”, dice Joachim Johansen, primer autor del estudio.
(Con información de: Nature, Eureka Alert.)