Hay días que el mundo parece un lugar cómodo, seguro y amoroso. Sin embargo, hay otros días donde los problemas tocan al mismo tiempo la puerta de nuestra casa. La escuela, el trabajo, los amigos, la pareja, nada parece estar bien. Como una manera de procesar la situación, comenzamos a gritar a cualquier persona que se cruce en nuestro camino, entre ellos a nuestros hijos. ¿Cómo afectan los gritos a las y los niños?
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Los gritos y la comunicación verbal agresiva pueden tener un impacto profundo en el desarrollo emocional y psicológico de los niños. Aunque en momentos de frustración o enojo, los gritos pueden parecer una forma rápida de expresar autoridad o hacer que un niño preste atención, las investigaciones sugieren que esta forma de comunicación puede tener efectos perjudiciales a largo plazo en el bienestar infantil.
Cuando los niños están expuestos a gritos frecuentes, pueden experimentar una variedad de respuestas negativas. ¿Cómo afectan los gritos a las y los niños? ¿Cómo dejar de gritar para no afectar el desarrollo de los hijos? Quédate en esta nota para darle respuesta a tus preguntas.
¿Cómo hacer para dejar de gritar?
De acuerdo con Sant Joan de Déu, educar mediante gritos genera un malestar constante, estrés, problemas de concentración, desmotivación, frustración, rabia, baja autoestima, desatención, etc. Ante ello, aumenta la posibilidad de que hijos responsan de la misma forma y no griten a padres, también lo hagan en otros entornos, en la escuela, con los amigos en sus actividades de ocio, etc. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar identifica otros efectos de los gritos:
- Los gritos no generan respeto: si bien es usual que, ante un grito, las niñas y los niños frenen momentáneamente sus comportamientos o atiendan la instrucción dada, en realidad lo hacen por el temor que les genera la reacción aireada del adulto y no porque sean conscientes de la necesidad de cumplir normas y límites
- Los gritos lesionan la autoestima y la confianza de niñas y niños: esta acción se acompaña de palabras y expresiones que hieren la autoestima y la seguridad de niñas y niños
- Los gritos reproducen la violencia: cuando las niñas y los niños son criados en un ambiente en el que el grito es la constante aprenden que esa es la forma correcta de resolver los conflictos
- Los gritos no permiten la reflexión: nadie, ni siquiera los adultos, tiene buena disposición para escuchar a otros y reflexionar sobre sus errores cuando alguien más los está gritando
- Los gritos generan una interpretación errónea de los límites: las y los niños interiorizarán ese modelo y a medida que vayan creciendo necesitarán un tono más fuerte o un llamado de atención más agresivo para poderse controlar
Eresmamá explica que a pesar de que los gritos se han vuelto una situación cotidiana en las casas, sí es posible disfrutar de cierto grado de tranquilidad en el hogar, al igual que es posible evitar los gritos que pueden ocasionar daños en la familia. Algunos consejos que pueden ayudar son:
- Reconocer el problema: es fundamental que los padres reconozcan que el estrés y el mal humor tienen un nivel elevado de incidencia cuando surgen los gritos. Pero la única forma de hacer frente a esa situación y cambiarla es ser razonable y reconocer el problema
- Adquirir un compromiso: hacer un compromiso familiar para dejar de gritar y hablar con respeto puede ser la solución
- Tomarte tu tiempo para tranquilizarte: si sientes que estás a punto de explotar y que vas a gritarle a tu familia lo primero que se te ocurra, primero tómate un tiempo para calmarte
- Antes de hablar, pensar qué decir y cómo decirlo: en vez de dar una respuesta con un tono de voz muy alto para callar a la otra persona, ¿por qué no te colocas en su lugar y escuchas sin atribuirle malos motivos?
- Disculparse de inmediato: si te has dejado llevar por la ira y has gritado a uno de los miembros de la familia, lo mejor es aceptar parte de la culpa y pedir perdón
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