El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) detalla que involucrarse activamente en la crianza es cuidar, educar con buen trato y mantener un clima de diálogo y respeto con la madre, padre y la familia. Cuando eso sucede, niñas y niños tienen un mejor desarrollo social y emocional, lo que repercute en que tengan relaciones más sanas cuando lleguen a la adultez.
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Participar activamente en la crianza implica trabajar en equipo entre mamá y papá. Compartir las tareas de la casa y los cuidados, desde alimentar a vestir, pasear, acompañar a la hora de dormir a sus hijas o hijos, hasta bañar, jugar y enseñar.
Así mismo, promover un ambiente de protección y respeto estimula el desarrollo de hijas e hijos en cada etapa de su vida, poner límites con buen trato y mantener una relación de afecto e incondicionalidad les ayuda a tener una crianza resiliente.
Crianza resiliente, responsabilidad de madres y padres
“La resiliencia de los padres funciona como un patrón para que el niño pueda identificar cómo enfrentar los desafíos, cómo comprender sus propias emociones”, afirma Dan Siegel, autor de The Yes Brain, que se enfoca en cultivar la resiliencia en las niñas y los niños, para The New York Times.
No obstante, aprender a enfrentar el desafío de los llantos y berrinches, así como los altibajos de la crianza representa un desafío para muchas madres y padres. Entender que la crianza no siempre es maravillosa, feliz o perfecta ayuda a no tener falsas expectativas sobre ella y afrontarla como es: un proceso complejo que necesita guía y cuidado.
Katherine Reynolds Lewis, autora del libro próximo a publicarse The Good News About Bad Behavior dice que el enojo, las lágrimas y otros arrebatos son parte natural del desarrollo de cualquier niño. Es lo que ella llama “el caos de la niñez”.
Para ayudarte a afrontar esta situación, te compartimos algunos consejos para tener una crianza resiliente.
Consejos para ejercer una crianza resiliente
- Respira profundo y toma las cosas con calma
Para responder con madurez y entereza los arrebatos de un hijo o una hija, primero debemos apagar las alarmas que se encienden en nuestra cabeza. Expertos aconsejan a las madres y padres “presionar el botón de pausa” antes de ejercer cualquier acción, aun ante el escenario de un niño gritando.
Calmarnos puede tener un efecto físico mensurable en nuestros hijos e hijas, sin mencionar que también puede ayudarnos a enfrentar la situación con serenidad.
- Deja que las emociones se presenten
La resiliencia depende de comprender las emociones, incluso aquellas que se consideran “negativas”. Las emociones no deberían considerarse un problema que debe resolverse, sino una consecuencia natural del ser humano.
“Las emociones no duran para siempre; hay un comienzo, un desarrollo y un final en todas ellas”, dice Carla Naumburg, trabajadora social clínica y autora de Ready, Set, Breathe: Practicing Mindfulness With Your Children for Fewer Meltdowns and a More Peaceful Family.
Permitirnos (y permitirles a nuestros hijos e hijas) experimentar y expresar un amplio rango de emociones es vital para nuestro bienestar y el suyo.
- Establece límites con compasión
Establecer reglas y límites y apegarse a ellos puede convertirse en uno de los momentos más difíciles en la relación entre padres e hijos, pero actuar con compasión y amabilidad en esos momentos puede ayudar a mantener bajo el estrés y ayudar a tus infancias.
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