Cuando son constantes o desproporcionados, los castigos pueden tener efectos contraproducentes en niñas y niños. Esto está relacionado con la indefensión aprendida, que surge cuando las personas (niños o adultos) sienten que no tienen control sobre los resultados de sus acciones.
Según Psychology Today, la indefensión aprendida ocurre cuando una persona enfrenta situaciones negativas y que escapan de su control de forma continua, de manera que deja de intentar cambiar sus circunstancias incluso cuando tienen la capacidad de hacerlo.
Te podría interesar
En lo que se refiere a la crianza de niñas y niños, la indefensión aprendida puede manifestarse cuando los padres se muestran sobreprotectores o intentan controlar cada aspecto mínimo de su comportamiento. Los niños sienten que no pueden mejorar su conducta, hagan lo que hagan, y simplemente dejan de intentarlo.
¿Cómo se manifiesta la indefensión aprendida en los niños?
La indefensión aprendida puede ser más común en personas que han experimentado eventos traumáticos de forma continua, como abuso, negligencia o violencia doméstica en la infancia. Estas son algunas formas en las que se manifiesta:
- Baja autoestima
- Baja motivación
- Falta de persistencia
- La creencia de ser incapaz o insuficiente
Indefensión aprendida y la razón por la que los castigos no funcionan
Un niño o una niña que recibe regaños constantemente puede aprender que, sin importar sus acciones, sus circunstancias nunca cambiarán. Entonces, ¿por qué debería enfocarse en cambiar su conducta? Si se les castiga muy seguido y de forma desproporcionada, los niños se darán por vencidos.
Los castigos suelen partir de una acción negativa, a la que corresponde una reacción también negativa. Sin embargo, estos no enseñan al niño o niña formas de mejorar o aprender a actuar de forma diferente. Cuando las reprimendas son continuas y no se ofrece a los pequeños herramientas para mejorar, puede que se sientan frustrados y terminen por resignarse. La próxima vez que sus padres o maestros intenten castigarle, es probable que respondan con algo similar a la indiferencia.
¿Cuáles son algunas alternativas a los castigos?
Los expertos recomiendan sustituir los castigos por consecuencias lógicas y proporcionales, que ayuden a los pequeños a comprender cómo se relacionan sus acciones con las consecuencias de estas. Estas son algunas sugerencias de acuerdo con el portal WebMD:
- Pon las reglas. Las reglas deben existir. Mientras más claras sean las reglas y las consecuencias si estas no se siguen, mejor.
- Sé consistente. Si la regla es que tus hijos deben lavarse las manos antes de comer, asegúrate de que sea así siempre. Las reglas no funcionan si algunas veces se toman en cuenta y a veces no.
- Habla claramente. Míralos a los ojos. Enfócate en lo que deben hacer (“Come tus espinacas”) y no en lo que no deben hacer (“No juegues con las espinacas”). Si siguen con ese comportamiento, explícales las consecuencias.
- Se vale negociar. Especialmente con niñas y niños mayores, puede ser beneficioso ser flexible e involucrarlos en las consecuencias de sus actos. Esto, sin embargo, no funciona con bebés y niños pequeños enojados.
Recuerda que establecer reglas claras y consecuencias justas, acompañado de empatía y paciencia, ayuda a tus hijos a sentirse seguros y valorados.
Para enterarte de toda la información que necesitas sobre salud y bienestar síguenos en Facebook y TikTok