La intimidad es un pilar fundamental en muchas relaciones de pareja, pero ¿qué sucede cuando una persona desea conectarse y la otra no responde? Este escenario es más común de lo que se cree, pero a continuación, te diremos qué hacer.
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El que tu pareja no te siga el juego para tener intimidad puede generar un torbellino de emociones: frustración, rechazo, confusión y una profunda inseguridad. Enfrentar esta situación sin las herramientas adecuadas puede crear una brecha emocional que va más allá del dormitorio, afectando la comunicación y la complicidad del día a día.
Lo que debes hacer si tu pareja no te sigue el juego para tener intimidad
Ante la negativa de la pareja, el primer impulso suele ser la confrontación o el silencio, respuestas que, lejos de solucionar el problema, lo intensifican. Es crucial entender que la falta de deseo rara vez es un acto de rechazo personal. Por el contrario, suele ser la punta del iceberg de una situación multifactorial que involucra estrés, salud, emociones y dinámicas de pareja. Abordar el tema con madurez y empatía es el único camino para transformar un problema aparentemente íntimo en una oportunidad para crecer juntos.
Estos son algunos consejos que puedes seguir si tu pareja no te sigue el juego para tener intimidad:
- Aborda la conversación con empatía y sin juicios
El momento para hablar no es durante o inmediatamente después de un rechazo, sino en un espacio neutral y tranquilo donde ambos se sientan seguros. Inicia la conversación desde tu experiencia usando frases en primera persona: "Me he sentido un poco desconectado/a últimamente y me gustaría saber cómo te sientes tú", en lugar de acusaciones como "Tú nunca quieres". Escucha activamente, sin interrumpir, con el objetivo genuino de entender su perspectiva. Pregunta sobre su estrés, su cansancio o si hay algo en la relación que le esté preocupando. Validar sus sentimientos, aunque no los compartas, es el primer paso para construir un puente de comprensión.
- Investiguen juntos las causas de fondo
La disminución del deseo es un síntoma, no la enfermedad en sí misma. Trabajen en equipo para identificar las posibles causas, que pueden ser externas o internas a la relación. Pregúntense: ¿Ha habido mucho estrés laboral o familiar? ¿Hay problemas de salud física o mental? ¿La rutina ha absorbido todo el espacio para el romance? ¿Existen resentimientos no resueltos? ¿Hay efectos secundarios de algún medicamento? Este no es un ejercicio para buscar un culpable, sino para encontrar el origen común del problema. Muchas veces, la simple acción de sentirse escuchado y apoyado puede comenzar a aliviar la presión y, con el tiempo, reactivar el deseo.
- Redefinan la Intimidad
Uno de los mayores obstáculos es que la intimidad se convierta en una obligación o en una fuente de ansiedad para la persona con menor deseo. Para romper este ciclo, es útil quitar temporalmente el coito como objetivo final. Redefinan la intimidad para incluir caricias sin expectativa, masajes, baños juntos o simplemente abrazarse en el sofá. Esto ayuda a reconectar físicamente sin la presión de tener que "llegar a algo". Al desvincular el afecto físico del acto íntimo, se reduce la ansiedad de rendimiento y se permite que el deseo surja de forma más espontánea y genuina, reconstruyendo la confianza física paso a paso.
- Prioricen la conexión emocional y la aventura compartida
Con frecuencia, la falta de deseo nace de una desconexión emocional. La pareja se ha convertido en una sociedad logística para gestionar la casa, las finanzas y los hijos. Dediquen tiempo de calidad sin pantallas ni distracciones. Salgan a caminar, tengan citas románticas, recuerden los momentos felices que han compartido y busquen nuevas experiencias juntos. La novedad y la aventura compartida estimulan la liberación de dopamina, la misma sustancia química que se activa en las primeras etapas del enamoramiento. Reavivar la amistad y la complicidad es, a menudo, el combustible más efectivo para la pasión.
- Consideren buscar ayuda profesional sin tabúes
Si sus propios esfuerzos no logran destrabar la situación, buscar la guía de un terapeuta de pareja o un sexólogo no es una señal de fracaso, sino de compromiso. Un profesional actúa como un mediador imparcial que proporciona herramientas de comunicación, ayuda a identificar dinámicas dañinas y ofrece estrategias específicas para recuperar la intimidad. La terapia ofrece un espacio seguro para hablar de temas difíciles y puede abordar también problemas individuales, como la depresión o la ansiedad, que están impactando la vida sexual. Es una inversión en la salud y el futuro de la relación.
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