LACTANCIA MATERNA

Mitos sobre la lactancia materna que es hora de dejar atrás

La lactancia materna es una de las formas más poderosas de alimentar y proteger a un recién nacido, pero también está rodeada de desinformación

Conoce los mitos sobre la lactancia materna que es hora de dejar atrás
Conoce los mitos sobre la lactancia materna que es hora de dejar atrásCréditos: (Canva)
Escrito en OPINIÓN el

Como profesional de la salud, he escuchado infinidad de frases que más que ayudar, generan presión o culpa en
las mujeres. En el marco de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, vale la pena poner sobre la mesa algunos mitos comunes que debemos derribar si realmente queremos apoyar a las madres.

En México pocos niños reciben lactancia materna exclusiva

Aunque se ha avanzado, los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2023 muestran que solo el 31.3?% de los niños menores de seis meses en México reciben lactancia materna exclusiva. Esta cifra sigue lejos del objetivo del 50?% que recomienda la OMS. Además, apenas el 50.4?% de los recién nacidos son alimentados con leche materna dentro de la primera hora de vida, un momento clave para estimular la producción de leche. Estos datos reflejan que, además de mejorar políticas públicas, necesitamos eliminar las barreras de información que enfrentan muchas mujeres.

Según estadísticas solo el 31.3?% de los niños menores de seis meses en México reciben lactancia materna exclusiva. (Foto: Canva)

Mitos de la lactancia materna

Uno de los mitos más comunes es creer que si no “baja suficiente leche” en los primeros días, la lactancia no funcionará. En realidad, el cuerpo produce calostro, una sustancia espesa y rica en anticuerpos, que, aunque aparece en pequeñas cantidades, es justo lo que el bebé necesita. La leche no se produce en grandes cantidades de forma inmediata; su volumen aumenta progresivamente conforme el bebé se alimenta con frecuencia.

También es frecuente escuchar que durante la lactancia se debe “comer por dos”, cuando lo cierto es que no se trata de cantidad sino de calidad. La lactancia representa una de las etapas más exigentes a nivel físico y emocional. El cuerpo de la madre necesita
recuperarse del embarazo, adaptarse a la nueva rutina y al mismo tiempo, producir leche con altos requerimientos nutricionales. En esta etapa, las necesidades de energía, proteínas, vitaminas y minerales se incrementan, y cubrirlas adecuadamente contribuye tanto al bienestar de la madre como a la salud futura del bebé. Hierro, calcio, yodo, vitamina D, ácido fólico, DHA y vitaminas del grupo B son esenciales no solo para el bebé, sino para que la madre conserve su energía y bienestar. El problema es que, en la práctica, muchas mujeres no logran cubrir estas necesidades únicamente con la alimentación diaria.


Y es justo ahí donde suele aparecer otro mito, pensar que los suplementos son exclusivos del embarazo. Nada más alejado de la realidad. La evidencia muestra que la demanda de micronutrientes se mantiene alta durante la lactancia, y suspender la suplementación puede derivar en deficiencias importantes, sobre todo si la alimentación es limitada o la madre atraviesa fatiga, estrés o falta de apoyo. En muchos casos, una dieta equilibrada no cubre por completo estas demandas, por lo que la suplementación con vitaminas y minerales, como hierro, ácido fólico, calcio o vitamina D, ayuda a cerrar brechas nutricionales. Contar con fórmulas diseñadas para cada etapa—antes del embarazo, durante la gestación y en la lactancia— asegura el aporte necesario para la madre y su bebé. Este acompañamiento nutricional no solo sostiene la calidad de la leche, sino que protege el bienestar físico y emocional de la mujer, recordándonos que cuidar de ella es cuidar también del inicio de la vida.
Sumado a esto, persisten creencias como que, si el bebé llora, la leche “no lo llena”. Pero el llanto no siempre es sinónimo de hambre. Puede deberse a incomodidad, gases, sueño o simplemente necesidad de contacto. Además, la leche materna se digiere con rapidez, lo que hace normales las tomas frecuentes. No significa que sea insuficiente, sino que así funciona el cuerpo del recién nacido.
Por último, aún hay estigmas alrededor de complementar con fórmula, cuando cada historia es diferente. Algunas mujeres deciden hacerlo por motivos médicos, laborales o emocionales, y lo hacen desde el amor y el cuidado. Lo importante es que sea una decisión informada, sin presiones externas ni sentimientos de fracaso.
Hablar de lactancia no debería reducirse a una lista de beneficios ni a un mandato cultural. Es una experiencia profundamente física, emocional y social que requiere condiciones adecuadas para sostenerse. Eso implica acceso a información confiable,
apoyo emocional, redes comunitarias, políticas públicas que protejan la maternidad y, por supuesto, una nutrición adecuada y sostenida para la madre.
Durante años se ha enfocado el discurso en lo que la leche materna le da al bebé, pero poco se habla de lo que la lactancia exige de la mujer. Reconocer esa exigencia no es debilitar el mensaje, sino fortalecerlo: cuando cuidamos de las madres, estamos cuidando también del futuro. Por eso, invertir en su bienestar —desde el acompañamiento médico hasta el soporte nutricional— no es opcional, es esencial.
En este camino, necesitamos cambiar la conversación y dejar atrás los mitos, dejar de juzgar, y empezar a construir entornos donde las mujeres puedan amamantar desde la libertad, la salud y la confianza.

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