Una de las mayores preocupaciones de los padres de mis pacientes en esta época, en la que los niños están por regresar a las actividades escolares, es la elección de un buen calzado, aún considerando las distintas variables que pueden presentarse entre los diversos tipos de escuelas a las que los niños asisten; para algunos los uniformes clásicos, con uso obligado de calzado escolar, zapatos cerrados, hasta los deportivos que muchos otros ya no utilizan solo en las clases de educación física, sino como un calzado de uso diario para las escuelas de tendencias un tanto más relajadas.
Pero, ¿qué características deben tener estos zapatos independientemente del estilo que quieran elegir? Artículos con recomendaciones de este mismo año, emitidos por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), comparten una serie de recomendaciones para seleccionar el calzado adecuado, en las que se prioriza la comodidad y la funcionalidad por encima de la estética, se encargan de hablar de las características externas y hacen un llamado a la protección del pie de las condiciones urbanas y considerar la edad, estilo de vida, uso y hasta deformidades de las personas que los usan.
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Sin embargo, más allá de modelos y de solicitar considerar si la piel de los pies es delicada o no, desde el punto de vista ortopédico, el calzado debe cumplir con algunas características para que desde una perspectiva de comodidad y de mejoría en la biomecánica de la marcha, los niños se sientan mejor usándolos.
¿Cómo debe ser el calzado de los niños este regreso a clases?
Si bien, la pandemia nos dejó algunas malas costumbres como estar descalzos por la casa todo el tiempo, debemos recordar que el uso de calzado desde los 3 años de edad es recomendable, y que si bien los zapatos deben tener una suela ligera (hablamos del peso), esta no debe ser tan flexible como muchos creen.
La suela del calzado, en la parte media y posterior, debe tener la rigidez adecuada para que el pie se mantenga en una mejor posición y ser flexible en la punta para permitir el adecuado despegue del pie al realizar la marcha, es muy común notar como muchos creen que es mejor un tenis que sea tan laxo como una liga, cuando la función no es solo la de protección y antiderrapante con el medio externo, sino de permitirle al pie una posición mucho más anatómica.
Otra de las características indispensables es valorar que la parte posterior del calzado tenga un reforzamiento que sirva como soporte del tobillo, manteniendo con este la posición vertical y la congruencia que debe guardar la parte distal de la tibia con el astrágalo y calcáneo (huesos que componen el retropié), notando esto clínicamente con la posición vertical del tendón de Aquiles.
Por último, el material del que está diseñado el calzado, debe darle suficiente soporte al pie, reforzando los complejos ligamentarios perimaleolares, diseños de calzado de tela muy delgada o estilos de moda como flats o mocasines, favorecen la inestabilidad de los tobillos, arriesgando a los niños a la presencia de esguinces.
Con lo anterior, me gustaría dejar claro que un buen calzado no tiene que ver con costos, las grandes marcas tienen dentro de sus líneas buenos y malos zapatos, lo importante es hacer el ejercicio de revisar que el que sea de su agrado, cumpla con las características que ya describimos para que el pie tenga una mejor posición, lo que desencadena menor gasto de energía, menor impacto en el talón y en la fascia plantar, mejor estabilidad y mejor biomecánica para realizar la marcha y las actividades físicas y deportivas que a los niños les encantan.
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