La demencia representa uno de los desafíos más significativos para la salud pública a nivel mundial. Según el informe de la Comisión Lancet de 2024, se estima que en 2019 había 57 millones de personas viviendo con demencia, y se proyecta que esta cifra aumente a 153 millones para 2050. Este incremento subraya la urgencia de abordar los factores de riesgo asociados a esta condición.
¿Qué factores de riesgo pueden prevenir o retrasar la demencia?
Es importante reconocer que existen factores genéticos que no podemos modificar, como las variantes de la apolipoproteína E (APOE) e3 y e4, que pueden predisponer al desarrollo de síndromes demenciales. Sin embargo, el informe destaca que una proporción significativa de los casos de demencia podría prevenirse o retrasarse mediante la intervención en factores de riesgo modificables.
Te podría interesar
La Comisión Lancet ha identificado 14 factores de riesgo modificables a lo largo de la vida que contribuyen al desarrollo de la demencia:
- Bajo nivel educativo: la educación en la infancia y adolescencia es fundamental, ya que un menor nivel educativo se asocia con un mayor riesgo de demencia.
- Hipertensión arterial: el control de la presión arterial en la mediana edad es esencial para reducir el riesgo.
- Obesidad: mantener un peso saludable disminuye la probabilidad de desarrollar demencia.
- Diabetes: la gestión adecuada de la diabetes es crucial, dado su vínculo con un mayor riesgo de demencia.
- Tabaquismo: evitar el consumo de tabaco es una medida preventiva significativa.
- Consumo excesivo de alcohol: limitar la ingesta de alcohol contribuye a la prevención.
- Inactividad física: la actividad física regular es beneficiosa para la salud cerebral.
- Depresión: abordar y tratar la depresión puede reducir el riesgo.
- Aislamiento social: mantener interacciones sociales frecuentes es protector contra la demencia.
- Pérdida de audición no tratada: el uso de audífonos y la corrección de problemas auditivos son importantes.
- Contaminación del aire: reducir la exposición a ambientes contaminados es beneficioso.
- Lesiones en la cabeza: prevenir traumatismos craneales disminuye el riesgo.
- Pérdida de visión no tratada: la corrección de problemas visuales es esencial.
- Colesterol LDL elevado: controlar los niveles de colesterol, especialmente el LDL, es una nueva adición a los factores de riesgo modificables.
La intervención temprana en estos factores puede tener un impacto significativo en la aparición y progresión de la demencia. Por ejemplo, el control de la hipertensión y la reducción del colesterol LDL en la mediana edad pueden disminuir el riesgo de desarrollar demencia en etapas posteriores de la vida. Además, la corrección de la pérdida de visión y audición no tratadas puede mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo.
Es fundamental que las políticas de salud pública y las estrategias individuales se enfoquen en la prevención y el control de estos factores de riesgo. Aunque no podemos cambiar nuestra predisposición genética, las evidencias sugieren que hasta el 40% de los casos de demencia podrían prevenirse o retrasarse mediante la modificación de estos factores. La educación, la promoción de estilos de vida saludables y el acceso a servicios de salud de calidad son pilares esenciales en esta lucha.
En conclusión, aunque ciertos factores de riesgo para la demencia no son modificables, existe una amplia gama de factores que sí lo son. La intervención temprana y sostenida en estos aspectos puede cambiar de manera efectiva la aparición y el desenlace de estos padecimientos, mejorando la calidad de vida de las personas y reduciendo la carga global de la demencia.