TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

La cultura del trauma y el riesgo del sobrediagnóstico

Dr. Peña: En un mundo que tiende a exagerar y dramatizar para captar atención, es esencial recuperar la claridad. Trauma no es cualquier dolor, pero todo dolor merece ser escuchado

El doctor Peña alerta que vivimos en una cultura del trauma que puede llevar a la autoetiquetación y al sobrediagnóstico, y eso termina perjudicando a quienes realmente necesitan atención especializada.
Sobrediagnóstico.El doctor Peña alerta que vivimos en una cultura del trauma que puede llevar a la autoetiquetación y al sobrediagnóstico, y eso termina perjudicando a quienes realmente necesitan atención especializada.Créditos: Canva
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En los últimos años, el concepto de trauma se ha vuelto ubicuo. Las redes sociales se han llenado de términos como “microtraumas”, “trauma cotidiano” o “trauma generacional”, que si bien pueden reflejar malestares reales, también han diluido el significado clínico de un trastorno que, en psiquiatría, tiene criterios muy precisos. El riesgo es claro: vivimos una cultura del trauma que puede llevar a la autoetiquetación y al sobrediagnóstico, y eso termina perjudicando a quienes realmente necesitan atención especializada.

Para hablar con propiedad, recordemos qué implica un Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT). No cualquier situación difícil o dolorosa califica como evento traumático. Según los criterios internacionales, el TEPT solo puede diagnosticarse cuando la persona ha estado expuesta a:
a) muerte real o amenaza de muerte,
b) lesiones graves, o
c) violencia sexual.

Esta exposición puede haber sido directa, presenciada, ocurrida a un ser querido o incluso haber sido adquirida por repetida confrontación en contextos profesionales, como en equipos de primeros respondientes. Además, deben existir cuatro grandes grupos de síntomas persistentes:

  • Reexperimentación: recuerdos intrusivos, pesadillas, flashbacks.
  • Evitación: esfuerzos por evitar pensamientos, lugares o personas asociadas al evento.
  • Alteraciones cognitivas y del ánimo: culpa excesiva, pensamientos distorsionados, incapacidad para sentir emociones positivas.
  • Hiperactivación fisiológica: sobresaltos, irritabilidad, hipervigilancia, insomnio.

Estos síntomas deben durar más de un mes, deteriorar la funcionalidad y no estar mejor explicados por otra condición médica o psiquiátrica. Es decir, el TEPT es un cuadro complejo, incapacitante y con un claro origen traumático mayor.

Sin embargo, en la industria del trauma que circula hoy en redes, muchas experiencias normales del desarrollo —rupturas amorosas, fracasos académicos, conflictos familiares o laborales— se etiquetan como traumáticas. Si bien estos eventos generan estrés, no constituyen un TEPT. El problema de sobrediagnosticar es doble: se medicaliza la vida cotidiana y, además, se invisibiliza a quienes sí viven traumas reales y requieren intervención terapéutica especializada.

Esto no significa que el estrés diario no importe. Al contrario: reconocerlo como legítimo es fundamental. La vida moderna está llena de presiones, pérdidas, incertidumbres y cambios constantes. Validar estas experiencias sin llevarlas al terreno del trauma clínico nos permite activar mecanismos de afrontamiento, cultivar resiliencia y aprender de las dificultades. No todo sufrimiento necesita un diagnóstico; muchas veces lo que necesita es comprensión, apoyo y estrategias adecuadas para navegarlo.

En un mundo que tiende a exagerar y dramatizar para captar atención, es esencial recuperar la claridad. Trauma no es cualquier dolor, pero todo dolor merece ser escuchado. Y cuando distinguimos con precisión, ayudamos a que cada persona reciba el tipo de acompañamiento que realmente necesita.