Las ausencias pueden pesar igual o más que los traumas. La ausencia requiere de la presencia en el pasado para atormentar, por ello se vuelve palpable con el abandono, es decir, no podemos añorar aquello que no conocemos o no tuvimos, pero podemos compararlo con las experiencias de los demás.
Anabel González, en entrevista exclusiva con Sumédico, nos habla de las herramientas para tratar con las ausencias en nuestro pasado, el perdón a nosotros mismos por nuestras carencias y lidiar con nuestra historia personal.
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En su libro Lo que no pasó (2025), reflexiona sobre cómo las ausencias pueden tener un impacto emocional tan profundo como los traumas vividos, explorando formas de sanación interior independientemente de lo que nunca llegó a suceder.
Las memorias que nunca pasaron, según Anabel González
De acuerdo con la especialista, el ser humano sufre una carencia si no tiene ciertos momentos clave en su vida: interacciones que los hagan sentir amados, relaciones que les formen un sentido de pertenencia al colectivo, cumplidos apreciados, afecto familiar, entre otros.
"Cuando estamos hablando hablando de ausencia, por ejemplo, si hablamos de una crianza con situaciones de negligencia en la que faltan cosas, a veces hay memorias, memorias de momentos de soledad, memorias de momentos de haber necesitado algo que no existió, pero a veces lo que se produce es el equivalente a una desnutrición, es como una carencia crónica de cosas importantes", enfatizó.
Entre las páginas de su libro, la especialista colocó un ejemplo de su experiencia laboral en una consulta clínica. La historia es de un individuo que tuvo una madre desapegada con su crianza, pero por el dolor de la ausencia, este paciente inventa una historia personal falsa de una progenitora cariñosa y cuidadosa en su trato, la cual cuenta a todos sus amigos y conocidos. No obstante, en este ejemplo el individuo subsana una carencia con un artificio, la ausencia de cariño es reemplazada por la fantasía.
"Este es un ejemplo de cosas que tienen sentido cuando empiezan, porque la mayor parte de las dificultades que tenemos en algún momento fueron un intento de solución. (...) Ahora que pasen los años, que yo me haga adulto, que ya no viva con esta persona, que ya no necesite a una madre como la necesita un niño y que mi mente no haya salido de ahí, esto ya empieza a ser un problema grande en mi vida", precisó la escritora y terapeuta.
Anabel González es autora de varios libros enfocados en salud mental y bienestar emocional, publicados por Planeta: No soy yo, Lo bueno de tener un mal día, Las cicatrices no duelen, ¿Por dónde se sale?, y el más reciente, Lo que no pasó.
Ante las dificultades de este tipo de conductas, la especialista recomendó no aplazar el enfrentamiento con el pasado, tampoco negarlo. El reto es afrontar la emotividad ligada a los recuerdos y ausencias para poder avanzar. El foco de la terapeuta en las páginas es las heridas invisibles: aquellas que nacen de la ausencia, del abandono, del silencio.
"El perdón que es imprescindible para avanzar no es hacia los demás, sino hacia nosotros mismos", escribió entre los párrafos del libro.
La psicoterapeuta nos invita a mirar de frente eso que nunca ocurrió pero que, sin embargo, dejó una marca imborrable. Un te quiero no dicho, la falta de apoyo en un momento de necesidad, la negligencia de los progenitores, etc.
Los recuerdos que no evolucionan con el tiempo a veces tienen que ver con problemas, con cosas que no se digieren, y por eso no pueden evolucionar. Se quedan ahí como estáticos. Suelen ser recuerdos con los que hay que trabajar", señaló González.
Para ello, el libro ofrece una serie de herramientas para poder afrontar la emotividad, entre ellas la elaboración de una libreta con recursos nutritivos con frases y anécdotas positivas escritas por el paciente, también pausas en ciertos capítulos para digerir las recomendaciones. Además, la terapeuta alentó a los lectores para formar una red de apoyo ante las adversidades de la vida.
"Es algo que tengo que aprender, tengo que aprender a confiar, a lo mejor sólo he aprendido a desconfiar o tengo que aprender a dejarme ver, porque a veces me da miedo, dejarme ver y tengo que aprender a pedir lo que necesito, porque a lo mejor si he crecido en un sitio donde mis necesidades no importaban, eso de pedir lo que necesito, vamos, ni me lo planteo. Entonces, necesito aprender todas esas cosas. Se puede aprender, claro, hay que ponerse a ello, porque cuando aprendo esas cosas puedo tener esa red de apoyo y cuando tengo esa red de apoyo mi capacidad de afrontar la vida mejora mil veces", sugirió.
Vale la pena señalar que Anabel González es especialista en trauma complejo, trastornos disociativos y regulación emocional. Adicionalmente, es una doctora referente en la terapia EMDR, abordando trastornos como el estrés postraumático, la depresión y la ansiedad mediante esta técnica.
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