Tanto la Universidad de Columbia Británica, UBC como la Universidad de Victoria, publicaron una nueva investigación realizada por científicos especialistas en Environmental Health, la cual señala que inhalar los gases del escape de un auto puede llegar a cambiar la conectividad de un cerebro únicamente en dos horas.
Adultos sanos y no fumadores de entre 19 y 49 años de edad fueron estudiados en un entorno de laboratorio y expuestos directamente a la contaminación que genera un automóvil. Estos presentaron una considerable alteración cerebral en comparación a cuando fueron analizados respirando aire limpio filtrado.
Con respecto al estudio mencionado, escáneres cerebrales de cada uno se tomaron antes y después de cada escenario, revelando que, tras respirar la contaminación en el aire de los autos, sus cerebros mostraron una conectividad reducida en la red de modo predeterminado, un conjunto de regiones cerebrales interconectadas que son más activas cuando participamos en pensamientos internos.
Esto significa que el humo de los autos afecta las áreas del cerebro que tienen mayor actividad cuando la persona no se centra en lo que sucede a su alrededor, que también tiene que ver con actividades introspectivas como soñar despierto, que a menudo conduce a la creatividad, contemplar el pasado o futuro o pensar en la perspectiva de otra persona.
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¿Por qué la contaminación altera el cerebro?
Las micro partículas contaminantes pueden ayudar a formar trombos que interfieran la circulación de la sangre al cerebro.
Hasta el 30% de los gases tóxicos que se producen cada año en todo el mundo podrían ser atribuibles a los contaminantes.
Puede provocar una disminución de las capacidades intelectuales y la memoria.
Se estima que el 12% de las muertes prematuras relacionadas con la contaminación ambiental están causadas por contaminantes emitidos en otra región del mundo.
¿Repercusiones negativas a nivel cognitivo?
El pasado 28 de enero del presente año y con motivo del Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2, también nombrado Día Mundial de la Acción frente al Calentamiento Terrestre, la sociedad científica recuerda que la contaminación ambiental tiene repercusiones negativas a nivel cognitivo.
Cuando hablamos de contaminación, inmediatamente pensamos en daños respiratorios, pero lo cierto es que un número creciente de estudios epidemiológicos realizados en todo el mundo, nuevos hallazgos en modelos animales y estudios de neuroimagen han hecho visible la señal de alarma porque se ha demostrado que la contaminación también puede provocar:
- Reducción en la capacidad cognitiva.
- Disminución de las habilidades intelectuales.
- Daños perjudiciales a la memoria.
Además, cada vez más estudios sugieren que los agentes contaminantes que respiramos afectan directamente a nuestro cerebro y podrían influir, al menos en parte, en la aparición de enfermedades neurológicas.
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¿Se requiere mayor información al respecto?
La neuro psicóloga Jodie Gawryluk de la Universidad de Victoria señala que se necesitan más estudios para comprender los impactos funcionales de estos cambios, ya que pueden afectar el pensamiento o directamente la capacidad de trabajo de las personas.
Los resultados de este estudio permitieron conocer una forma en que la exposición crónica a la contaminación del aire puede tener efectos nocivos en el cerebro.
El lado bueno de su investigación, es que se encontró que los cambios observados en el estudio fueron temporales, y el cerebro de los participantes regresó a la normalidad una vez que respiraron nuevamente aire limpio.
La contaminación de los autos no es el único problema
Hasta ahora hay otras investigaciones, algunas de ellas en la Ciudad de México, que encontraron biomarcadores relacionados al Alzheimer en cerebros de adultos jóvenes, niños e incluso bebés que vivían en la urbe.
También, se encontró evidencia de cuál es el causante de desencadenar el daño, se trata de nanopartículas metálicas de contaminación de aire en el cerebro de muchos de sus habitantes, partículas que una vez inhaladas pueden pasar por alto la barrera protectora del cerebro.
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El estudio también considera que, a pesar de basarse solamente en el análisis de los gases de escape de los autos, también puede existir otro tipo de contaminación en el aire, que puede funcionar más rápido y tener peores efectos en la salud humana.
(Con información de la Universidad de Columbia Británica, Universidad de Victoria y Environmental Health)