Desde que se comenzó a divulgar todo el conocimiento sobre la Inteligencia Artificial (IA), se desprendió una avalancha de información sobre cómo se modificarían los empleos, profesiones y oficios con el uso de una herramienta del poder que se ha ido consolidando.
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Específicamente, en el ámbito médico, cada especialidad ha tenido que hacer un ejercicio reflexivo sobre cómo integrar el uso de la IA a su práctica cotidiana, incluso navegando en las “aguas profundas”, de partes de su trabajo que podrían ser completamente sustituidas por los robots.
Dentro de la salud mental, la verdad es que, en un principio, nos sentimos absolutamente seguros, la calidez y la relación médico paciente que se hace entre el psiquiatra, el psicoterapeuta y la persona que solicita un servicio, sería prácticamente imposible de cambiarse.
Pues ahora tengo que decirles que no es así.
Inteligencia artificial en el diagnóstico y tratamiento de problemas de salud mental
La IA ha logrado comenzar a cambiar el ejercicio de los profesionales de salud mental. En primer lugar, el espacio para lograr un diagnóstico clínico. Los experimentos han sido tan avanzados al alimentar los algoritmos sistematizados de cómo los médicos nos acercamos a las sospechas de desórdenes, como usamos los resultados de pruebas de laboratorio y gabinete, así como los datos que aportan las pruebas psicológicas y las escalas sobre síntomas; para poder producir respuestas increíblemente aproximadas y con índices muy muy altos de coincidencia con los diagnósticos hechos por los médicos expertos.
En segundo sitio, cargando las muy trabajadas y modernas guías de tratamiento farmacológicos, de psicoterapia, estilo de vida y de neuromodulación, para poder facilitar maravillosamente la toma de decisiones al momento de elegir una maniobra de manejo, y hacerlo con el respaldo de que la máquina está llegando a las mismas conclusiones y combinaciones que genera la mente humana.
Aproximando técnicamente determinaciones de nivel de especialista a los médicos de primer contacto que son los indicados para atender la mayor parte de los problemas de salud mental, como las depresiones de primera aparición, los trastornos de ansiedad y los desórdenes del sueño.
Y finalmente, las evidencias sobre como ir dirigiendo las conversaciones de los tipos más estructurados de psicoterapias, como la cognitivo conductual, al alimentar la IA con miles y miles de entrevistas de terapeutas expertos, donde la computadora llega al poder de ir prediciendo las mejores y más empáticas respuestas (sí, en efecto dije empatía en una máquina), para lograr niveles de magnitudes de atención que difícilmente podemos contar con el número de recursos humanos capacitados para realizarlas. No se atoren en pensar en que van a sustituir a los psicoterapeutas, no, el hecho muy concreto es como pueden complementar el número de sesiones y de interacciones habituales, potenciándolos a un alcance que sólo pueden producir beneficios contundentes para los pacientes.
Definitivamente hay que prepararnos para el momento actual, donde estamos empezando a convivir con la combinación de la IA con la práctica médica habitual.
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