A lo largo de la historia el paciente solía esperar que fuera el médico quien tomara las decisiones sobre el plan de cuidado a seguir, de acuerdo a sus conocimientos y experiencia. Esta relación eminentemente paternalista entre médico y paciente ha ido transformándose a raíz del surgimiento de los principios bioéticos, desarrollados por Beauchamp y Childress en los años setenta del siglo pasado.
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Desde entonces, la autonomía del paciente ha ido cobrando una importancia cada vez mayor en el área médica. De acuerdo con estos famosos bioeticistas, el paciente es un ser autónomo y, por lo tanto, es él quien debe tomar las decisiones sobre los cuidados que desea o no recibir, una vez que el médico le ha informado sobre su padecimiento y opciones terapéuticas, así como sobre los posibles riesgos y beneficios que conllevan.
La medicina en México se mueve en ese mismo sentido, aunque con lentitud. Aun hoy, muchos médicos reportan que los pacientes suelen pedir que sean ellos quienes tomen las decisiones, porque son los que saben. Y claro que ellos saben más sobre la enfermedad a tratar y las opciones terapéuticas disponibles, pero ¿qué saben sobre el paciente, sus valores, sus temores? ¿qué le motiva y le inspira en el día a día? ¿cómo es su situación familiar, social, laboral? ¿cuáles son sus pasiones?
Conocer sobre el mundo sociocultural del paciente importa porque permite elegir el tratamiento que ofrezca mayores posibilidades de continuar realizando las actividades que le gratifican o le son necesarias, desde su perspectiva, para seguir llevando una vida funcional y con sentido.
¿Cómo ser un paciente autónomo?
El paciente, por otro lado, tiene que estar bien informado antes de tomar cualquier decisión. Este tratamiento intenta, ¿curar, controlar o paliar la enfermedad? ¿qué efectos adversos podría enfrentar? ¿podré seguir realizando mis actividades? Si el tratamiento me obliga a pausar mis actividades, ¿podré retomarlas más adelante? ¿qué sucederá si el tratamiento no brinda los resultados esperados o deja de funcionar en algún momento?
Asimismo, el paciente debe hacer saber al médico cómo desea ser informado, ¿quiere recibir la información directamente del médico? ¿desea incluir a alguien más, un familiar tal vez, en la toma de decisiones?
En momentos críticos, tomar estas decisiones suele ser mucho más complicado de lo que aquí parece. En medio de una crisis médica, sea por enfermedad o accidente, todo cobra una dimensión distinta; por si fuera poco, el reloj juega en contra y los miedos y la incertidumbre nublan nuestra capacidad de entendimiento y decisión. Las malas noticias, el desconocimiento del lenguaje médico y la complejidad en los tratamientos médicos, pueden resultar muy abrumadores.
Además, la televisión y el cine nos presentan escenas donde la tecnología lo resuelve todo, casi como por arte de magia y muchas veces, aun sin darnos cuenta, es eso mismo lo que esperamos suceda en la vida real. El instinto de sobrevivencia y el pensamiento mágico se suman a estas representaciones que, en la mayoría de las ocasiones, poco se corresponden con la realidad.
¿Cómo enfrentar un diagnóstico clínico?
Por todo esto, es importante preguntarnos cómo podemos prepararnos para enfrentar un diagnóstico clínico, manteniendo nuestra autonomía. Sin lugar a dudas, existen infinidad de escenarios imposibles de imaginar, pero sí es factible compartir con nuestros seres queridos desde ahora cómo quisiéramos ser tratados e informados en caso de encontrarnos en una situación médica complicada.
Cualquier persona, al ser diagnosticado con alguna enfermedad seria, necesita prepararse para sus citas médicas. Las siguientes sugerencias podrían ayudarle como punto de partida:
- Pida una segunda opinión, especialmente si lo que le están ofreciendo es un tratamiento invasivo o su diagnóstico amenaza su vida o la calidad de la misma.
- Busque información en sitios serios que ofrezcan información actualizada y fidedigna.
- Lleve sus dudas por escrito.
- Procure acompañarse de algún miembro de su familia o persona de confianza.
- Haga todas las preguntas que desee. No hay preguntas tontas. Si las respuestas no le quedan claras, pida que le expliquen cuantas veces sean necesarias.
- Platique con su médico/a sobre sus necesidades, valores y preferencias.
- Pregunte sobre los posibles efectos adversos de cada tratamiento o medicamento y qué hacer en caso que se presenten.
Recuerde, usted es un ser autónomo. Cómo ejerza ese derecho, depende de usted.
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