El diagnóstico de cáncer la sorprendió a los 17 años, cuando estaba por ingresar a la universidad para estudiar la carrera de medicina. Durante los primeros años, su férrea voluntad le permitió asistir a sus consultas, someterse a diversos tratamientos y estudiar. Con su sonrisa y calidez se ganó el cariño y el respeto de todos. Cuando la enfermedad avanzó entendió que el final se acercaba y preparó a su familia para aceptarlo. Se despidió con agradecimiento de todos quienes la acompañamos durante todo el proceso. Murió tranquila y rodeada de sus seres más queridos y en el lugar que ella misma eligió.
En una de las muchas ocasiones que nos encontramos, me dijo, te acabo de ver en la televisión, muy bien Gina (había hablado, como tantas veces, sobre mitos respecto al cáncer). Le respondí que a veces me preguntaba si valía la pena insistir en algo que al parecer nadie quería escuchar. Ella respondió, No dejes de hacerlo, a los pacientes nos ayuda. Así que va por ti, María*.
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Testimonios como este son los que me motivan a levantar la voz cada vez que encuentro la oportunidad. Pienso que si esta información le ayuda a uno solo que la lea o escuche, habrá valido la pena mi perseverancia (¿terquedad?). Cada vez que un paciente es diagnosticado con cáncer, piensa en dolor y muerte. Recibe frases que solo ayudan a quien las emite, piensa positivo, decreta que te curarás, eres un guerrero, eres una heroína, tú puedes con esta batalla, no te des por vencida.
Otros dicen cosas como te lo dije, tenías que perdonar; escucha a tu cuerpo, algo quiere decirte; que si apareció en garganta es por callar; si en útero porque fue violentada; si en mama, por un conflicto con la madre o con el padre. Otros más, simplemente se alejan porque piensan si no lo veo, no está pasando; esto le puede suceder a otros, no a mí.
El cáncer, que en realidad es un grupo de más de 200 enfermedades, es complejo y multicausal. Ha existido siempre y lo desarrollan prácticamente todas las especies animales (así es, perros, gatos, vacas, peces, aves…y la lista puede continuar). A mayor edad, mayor el riesgo de debutar con cáncer. En las últimas décadas, la ciencia y la tecnología han dado saltos gigantescos que han permitido desentrañar buena parte de su origen. Sabemos, por ejemplo, que solamente alrededor del 10 % de todos los cánceres diagnosticados anualmente en el mundo, tienen un factor hereditario. Entendemos más sobre genética y epigenética.
Reconocemos que existen determinantes sociales que impactan en la salud, como el lugar donde nacemos, vivimos y trabajamos y que predisponen al desarrollo de ciertos tipos de cáncer. Además, hoy hay cánceres curables y otros que, aunque incurables, permiten que los pacientes vivan mucho más tiempo y con buena calidad de vida. A pesar de todos estos avances, el cáncer aun guarda muchos misterios para los grandes investigadores que trabajan en develarlos alrededor del mundo.
Este próximo 19 de octubre se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Mama. A pesar de que el Día Mundial del Cáncer (cualquiera) se conmemora en febrero, el activismo de las mujeres hace que todo octubre se visibilice a la enfermedad. Por ello, creo que es un buen momento para insistir en que no hemos avanzado al mismo ritmo que la ciencia y tecnología, para eliminar el estigma que pesa sobre la enfermedad y acabar con la desinformación que la rodea. La necesidad que como seres humanos tenemos de explicarnos lo que sucede a nuestro rededor, nos lleva a la creación de mitos, mentiras o verdades a medias que, de tanto repetirse, se vuelven verdades incontrovertibles.
Sostengo que cada época de la historia ha tenido distintas enfermedades especialmente estigmatizadas y que el cáncer mantiene una de las peores famas. Además, la mal llamada guerra contra el cáncer, promovida por Nixon, nos heredó un lenguaje bélico para referirnos a ella. Sin duda, he conocido pacientes a quienes les gusta ponerse la capa de súperhéroe y repetir que son guerreros y que el cáncer no los derrotará. Sin embargo, también he conocido muchos otros a quienes este lenguaje les impone un peso difícil de sobrellevar, sintiéndose obligados a mantenerse en pie de lucha, para no enfrentar el juicio de quienes tácitamente les hacen sentir que son culpables por haber desarrollado la enfermedad y que si no se curan es por no tener la determinación suficiente para combatirla.
La incidencia y mortalidad por cáncer aumentará en las próximas décadas en Latinoamérica debido, en parte, al envejecimiento poblacional. Se suelen confundir los beneficios de enfrentar la enfermedad con la mejor actitud posible, con creer que una actitud positiva por sí misma es capaz de curarla. Me parece cruel que un paciente viva la enfermedad con culpa o muera sintiéndose perdedor. Los invito a imaginar el día que un paciente sea diagnosticado con cáncer y piense en reto en lugar de fracaso, y viva su enfermedad sin ser señalado o etiquetado.
*Utilizo el nombre de María para proteger su identidad