El pan tostado ha ganado mucha popularidad debido a que se considera una opción ligera y saludable que puede complementar muchos alimentos, pero ¿realmente es tan bueno como dicen? Análisis de su contenido revelan que podría no ser la mejor opción si buscas cuidarte.
Existen distintas opciones de pan tostado, entre las que destacan el blanco y el integral. Este último muchas veces se considera la mejor opción porque supuestamente aporta más fibra y nutrientes.
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Sin embargo, un estudio reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) pone en duda la calidad de los panes integrales que afirman ser mucho más saludables.
La OCU analizó más de 100 tipos de pan tostado, incluyendo variedades integrales, biscotes y panecillos y los resultados fueron sorprendentes.
¿Qué tan saludable es el pan tostado? Esto encontró un estudio
Según el estudio realizado por la OCU, se encontró que muchos de los productos de pan tostado, incluyendo los que se dicen integrales, contienen niveles elevados de grasas y aditivos, lo que los aleja de ser opciones verdaderamente saludables.
Al respecto, la nutricionista Sandra Moñino explica a El Español que muchos panes etiquetados como "integrales" en realidad contienen harina refinada, lo que reduce sus beneficios nutricionales.
Algunos productos en el mercado incluyen ingredientes adicionales como azúcares, grasas no saludables y aditivos para mejorar el sabor y la textura. Estos componentes pueden reducir los beneficios nutricionales del pan integral y, en algunos casos, hacerlo comparable al pan blanco en términos de impacto en la salud. Por ello, es esencial leer la lista de ingredientes y buscar especificaciones como "100% integral".
Si elegimos el pan tostado blanco, la situación se complica aún más, pues de acuerdo con un análisis de El poder del Consumidor, dos rebanadas de este tipo de pan contienen un exceso de harina y azúcar, además de sodio y grasa.
“Dos rebanadas de pan tostado contienen 4.2 gramos de azúcares, lo que equivale a casi una cucharada cafetera de azúcar”, mencionan.
Recordemos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ingesta de azúcares añadidos se limite a 10% de la ingesta calórica total y el consumo de pan tostado blanco puede cubrir un 8.4% del requerimiento total en adultos y un 10.5% en los niños.
Además, la harina refinada que contiene se digiere de forma similar al azúcar, generando dependencia a este tipo de alimentos a la larga, así como mayor riesgo de enfermedades metabólicas como diabetes, obesidad, colesterol alto, presión alta y enfermedades del corazón.
La cantidad de fibra en estos panes es muy baja, de apenas 0.9 gramos en dos rebanadas, lo que hace que el impacto metabólico negativo sea aún mayor.
Otra desventaja es que el pan tostado tanto blanco como integral, pasa por un proceso de deshidratación, lo que hace que la densidad de grasa sea más lata, menciona un artículo de 20 minutos. Difícilmente se consumen las rebanadas solas, usualmente se acompañan con otros alimentos, lo que aumenta las calorías dependiendo de lo que se agregue.
¿Debo dejar de comer pan tostado?
La recomendación es optar por panes integrales o de semillas, pero caseros o de alguna panadería de barrio ya que sus propiedades pueden ser más saludables y no tienen añadidos aditivos.
En caso de comer pan tostado empaquetado, lo ideal es que se consuma de vez en cuando para no tener un abuso que pudiera afectar nuestro peso y salud.
Recuerda que ningún alimento es malo, la clave está en moderarse en las porciones y mantener un alto consumo de frutas y verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables.
No se trata de satanizar el pan, ya que es una fuente de hidratos de carbono que nos aporta energía y fibra, simplemente hay que procurar elegir aquellos más caseros y limitar aquellos empaquetados a ocasiones especiales.
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