En un mundo lleno de obstáculos la búsqueda de la felicidad se ha convertido en una difícil lucha. Mientras las redes sociales exhiben vidas aparentemente perfectas y el consumo se presenta como ruta al bienestar, una pregunta persiste: ¿realmente necesitamos más para ser más felices? Para el reconocido psicólogo y autor best-seller Rafael Santandreu, la respuesta es un contundente no. Más aún, advierte que esta obsesión por acumular logros, objetos y atributos es justamente el virus que está minando nuestra salud mental.
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Santandreu, conocido por su libro Las gafas de la felicidad y su labor divulgativa, diagnostica a la sociedad contemporánea con un mal que denomina "necesititis". Esta "enfermedad" no solo nos aleja de la tranquilidad, sino que es, en sus palabras, el "precursor directo de la ansiedad y la depresión". Su propuesta es una receta aparentemente simple, pero profundamente transformadora: para ser feliz, hay que necesitar muy poco.
"Necesititis": La epidemia que no nos deja ser felices
Santandreu acuña un término contundente para describir la plaga psicológica de nuestra era. "Tenemos la enfermedad de la ‘necesititis’ que nuestros mayores apenas conocían", afirma.
Esta condición se basa en la creencia tóxica de que necesitamos una lista interminable de requisitos para estar bien: "ser guapo, extrovertido, delgado, tener estudios, pareja, un piso en propiedad…, y 10 mil cosas más".
El peligro, señala, reside en que este sistema de creencias es tremendamente frágil: “Y como falles en una sola de ellas: ¡eres un gusano!". Esta autoexigencia despiadada y basada en estándares externos crea un caldo de cultivo perfecto para la insatisfacción crónica, la ansiedad por no alcanzar las metas y la depresión por sentirse constantemente deficiente”, señala el especialista.
La fortaleza emocional es clave para la felicidad
Frente a este panorama, Santandreu no sugiere técnicas de relajación pasajeras, sino una transformación profunda hacia la fortaleza emocional. "Hay que ser fuerte o inteligente a nivel emocional. Lo cual pasa por tener pocas necesidades", sentencia. Este camino se construye sobre pilares filosóficos claros: "saber que lo esencial es amar la vida y a los demás; no presionarse nunca, no sobreexigirse, saber perdonar…". Se trata de desarrollar un escudo psicológico que nos permita navegar un entorno a menudo tóxico. "Nadie puede hacerte daño si tú no te dejas afectar por ello. Además, la mayoría son chorradas, niñerías sin importancia. Para ser fuerte y feliz tienes que estar por encima de eso", aconseja. La felicidad, entonces, deja de depender de lo que ocurra fuera y se convierte en una fortaleza interior.
Educar para la resiliencia: El mensaje crucial para las nuevas generaciones
El psicólogo extiende su reflexión al ámbito familiar, donde considera que se juega la partida más importante para la salud mental futura. El consejo para padres y educadores es claro: hay que transmitir, desde la infancia, las bases de una mente resistente. "Tienen que transmitirles, poco a poco, las bases filosóficas de las personas fuertes: que necesitan muy poco para estar bien; que la principal cualidad de las personas es la capacidad de amar; que podemos disfrutar de todo: también del trabajo y el esfuerzo". Este enfoque busca criar individuos cuyo valor no derive de logros externos, sino de una conexión interna sólida y una capacidad de encontrar significado y goce incluso en los desafíos, alejándolos de la trampa de la "necesititis" desde el principio.
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