ENFERMEDADES MENTALES

Enfermedades mentales que padecían los asesinos en serie de las películas de terror

Conoce un análisis de los trastornos psicológicos que inspiraron a los icónicos asesinos del cine de terror, revelando cómo la realidad supera a la ficción

Conoce las enfermedades mentales que padecían algunos asesinos seriales
Conoce las enfermedades mentales que padecían algunos asesinos seriales Créditos: (Canva)
Escrito en MENTE SANA el

En temporada de Día de Muertos y Halloween no dejan de aparecer en la televisión series y películas de asesinos en serie que cometieron atroces delitos con sus víctimas, hoy te diremos algunos padecimientos mentales que tenían.

La línea entre la ficción aterradora y la perturbadora realidad mental a menudo es más delgada de lo que pensamos. Los asesinos en serie más emblemáticos del cine no son solo productos de la imaginación de un guionista; están profundamente arraigados en los perfiles psicológicos de criminales reales.

¿Qué enfermedades mentales padecían los asesinos en serie de las películas de terror?

Estos son las enfermedades mentales que padecían los asesinos en serie de las películas y series de terror:

  • Ed Gein: Esquizofrenia paranoide 

La historia de Ed Gein, el solitario granjero de Wisconsin es quizás una de las más influyentes en el género del terror, inspirando directamente a Norman Bates en "Psicosis", a Leatherface en "La matanza de Texas" y al villano Buffalo Bill en "El silencio de los inocentes". Gein no era un asesino prolífico en términos numéricos, pero la naturaleza de sus actos fue tan grotesca que marcó un antes y un después. Su perfil psicológico apunta a una esquizofrenia paranoide severa, agravada por una relación malsana con su madre dominante y una profunda incapacidad para relacionarse socialmente.

Los psiquiatras que lo evaluaron determinaron que Gein sufría de delirios y alucinaciones que alimentaban su realidad alternativa. Su famosa colección de objetos fabricados con restos humanos exhumados y sus intentos de crear un "traje de mujer" con piel humana, evidencian una grave alteración de la identidad y una fijación necrofílica. 

Ed Gein no buscaba simplemente matar; intentaba, de manera delirante, reconstruir la figura materna y trascender su propia soledad a través de un horror indescriptible, un legado que el cine ha explotado para explorar los límites de la cordura. (Foto: Canva)
  • Jeffrey Dahmer: Trastorno de personalidad límite 

Jeffrey Dahmer, conocido como "El Carnicero de Milwaukee", es la personificación del asesino en serie que ve a sus víctimas no como personas, sino como objetos para su satisfacción. Su caso, llevado a la pantalla en producciones como "My Friend Dahmer" y la serie "Dahmer", muestra una compleja mezcla de Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), caracterizado por un miedo abrumador al abandono y una identidad inestable, y parafilias extremas como la necrofilia y el intento de crear "zombis" mediante lobotomías caseras.

Dahmer actuaba impulsado por un deseo compulsivo de poseer y controlar completamente a sus víctimas, evitando así que lo abandonaran. Sus actos de canibalismo no respondían tanto a un hambre real como a un ritual simbólico de fusión total. 

Los informes psiquiátricos destacan su profunda soledad, su alcoholismo y sus fantasías homicidas desde la adolescencia, pintando el retrato de un individuo que, al no poder establecer conexiones humanas genuinas, recurrió al horror más absoluto para sentirse en control, un tema recurrente en el cine de terror psicológico. (Foto: canva)
  • Richard Chase: La esquizofrenia desatada del "Vampiro de Sacramento"

Si el cine buscara un ejemplo de monstruosidad pura impulsada por la psicosis, lo encontraría en Richard Chase, apodado "El Vampiro de Sacramento". Su breve pero intensa ola de crímenes estuvo motivada por delirios esquizofrénicos profundamente arraigados. Chase creía firmemente que su sangre se estaba envenenando y coagulando, y que necesitaba beber la sangre de sus víctimas para sobrevivir. Este delirio somático es un sello clásico de un subtipo grave de esquizofrenia.

Su caso es un estudio sobre cómo la enfermedad mental no tratada, combinada con el abuso de sustancias, puede desencadenar una violencia incontenible. Chase no planeaba sus ataques con astucia; actuaba con una impulsividad animal, entrando a hogares con las puertas abiertas, lo que para él significaba una "invitación".

La historia de Richard Chase es la materialización de los peores miedos sobre la locura: la idea de que un individuo, completamente desconectado de la realidad, pueda convertir a cualquier persona en un objeto para aplacar sus terroríficas fantasías internas. (Foto: Canva)
  • Daniel González: Esquizofrenia aguda no tratada.

La historia del británico Daniel González es un trágico recordatorio de las consecuencias de un sistema de salud mental que falla. Diagnosticado con esquizofrenia aguda, González estaba convencido de que era un "dios inmortal" en una misión para salvar al mundo de los zombis. En 2004, en un estado de psicosis total, emprendió una serie de ataques con cuchillos que conmocionaron al Reino Unido, creyendo que estaba matando a no humanos.

Sus delirios de grandeza y persecución son síntomas cardinales de la esquizofrenia. Lo más aterrador de su caso es la previsibilidad de la tragedia; González y su familia habían solicitado ayuda desesperadamente, pero no recibió el tratamiento continuo que necesitaba. 

La historia del británico Daniel González es un trágico recordatorio de las consecuencias de un sistema de salud mental que falla. (Foto: Canva)
  • David Berkowitz:  Trastorno delirante (paranoia) con alucinaciones

David Berkowitz, "El Hijo de Sam", aterrorizó Nueva York en los años 70 con una narrativa propia de una película de terror sobrenatural. Berkowitz afirmaba que un vecino llamado Sam, quien en realidad era un hombre anciano ya fallecido, le ordenaba matar a través de los ladridos demoníacos de su perro labrador. Este es un ejemplo clásico de un Trastorno Delirante Persistente, donde el individuo desarrolla una creencia falsa pero increíblemente elaborada que domina su vida.

A diferencia de la esquizofrenia, Berkowitz no mostraba un pensamiento desorganizado generalizado, sino un delirio muy específico y estructurado. Sus cartas burlonas a la policía y a la prensa, llenas de referencias a su misión demoníaca, alimentaron el mito del asesino poseído, un tropo muy querido por el cine. Su caso demuestra cómo la paranoia puede construir un sistema de creencias completo y alternativo, impulsando a una persona a cometer actos atroces en nombre de una voz que solo existe en su mente.

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