Las adicciones son relativamente común en el mundo del siglo XXI, se presentan como una forma de desarrollar conductas incorrectas e inadecuadas con relación a fenómenos que por sí solos no tienen por qué asociarse con estados patológicos de la mente.
El consumo frecuente de pornografía puede alterar el deseo de intimidad, la respuesta erótica y la conexión emocional con la pareja.
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La pornografía se ha vuelto una presencia constante en la era digital. Su acceso fácil y gratuito ha hecho que millones de personas la consuman de forma habitual.
Sin embargo, los especialistas advierten que el consumo excesivo puede generar alteraciones profundas en la mente, la forma en que se experimenta el placer y las relaciones afectivas.
El cerebro humano está diseñado para responder al estímulo, pero la exposición continua y artificial a contenido pornográfico puede distorsionar los mecanismos naturales del deseo y el placer.
Según los investigadores de la Universidad de Cádiz (España), Federico Hervías Ortega, Cristina Romero López-Alberca y Esperanza Marchena Consejero, "La adicción al sexo por Internet a su vez puede manifestarse de múltiples formas, entre las que destacan el uso de chat con fines sexuales (cibersexo), potenciado hoy en día con la aparición de aplicaciones móviles que facilitan el contacto".
¿Cómo el consumo de pornografía influye en la mente?
La pornografía activa los mismos circuitos cerebrales que las drogas adictivas, liberando grandes cantidades de dopamina, el neurotransmisor del placer. Con el tiempo, esta sobreestimulación genera tolerancia: se necesita más contenido, más extremo o más frecuente para obtener la misma sensación de excitación.
Esto puede traducirse en pérdida de interés por los encuentros carnales reales o en dificultad para sentir deseo sin estímulos visuales intensos.
Según el doctor Robert B. Weiss, columnista de la publicación Psychology Today, "la cantidad de pornografía profunda que está disponible ha aumentado casi exponencialmente en el último año o dos, gracias a la reciente proliferación de herramientas de imágenes de alta gama".
El exceso de pornografía puede alterar las expectativas sobre la intimidad, provocando desconexión emocional, frustración o falta de atracción hacia la pareja.
Asimismo, el consumo habitual reduce la capacidad de experimentar intimidad y satisfacción con otra persona. El abuso de pornografía se relaciona con ansiedad, culpa, aislamiento y depresión. La exposición a modelos irreales de cuerpos, prácticas o rendimientos puede crear distorsiones en la autoimagen y en las expectativas, afectando tanto la autoestima como la satisfacción íntima.
La pornografía, cuando se consume de forma frecuente y sin control, puede alterar los mecanismos naturales del deseo y deteriorar la vida íntima y emocional. El daño en la libido no siempre es irreversible, pero sí profundo y duradero si no se aborda a tiempo. Reconocer el problema y buscar ayuda profesional son pasos esenciales para recuperar una sexualidad sana y auténtica.
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