“Tengo miedo a que otros me juzguen”, “siento que mis logros han sido el resultado del azar”, “temo que las personas importantes descubran que no soy tan capaz como creen” son algunos de los pensamientos que algunas personas con el Síndrome del Impostor piensan. ¿A qué se debe esto?
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El Síndrome del Impostor es un fenómeno descrito por primera vez en 1978 por las psicólogas clínicas estadounidenses Pauline R. Clance y Suzanne A. Imes. Ellas lo definieron entonces como un sentimiento intenso de falsedad respecto a la imagen de competencia que es experimentada por personas con un nivel académico alto, detalla El País.
De acuerdo con diversas estadísticas, hasta un 50% de las personas que tienen reconocimiento conviven con estas sensaciones. En 2000, Joan Harvey y sus colaboradores también lo asociaron a determinados rasgos de la personalidad, como una elevada autoexigencia y autocrítica, un alto perfeccionismo y un bajo nivel de autocompasión.
¿Cómo se siente el Síndrome del Impostor?
Muchas de las personas que tienen el Síndrome del impostor se suelen hacer responsables de los errores y odiar los elogios porque no los creen genuinos. Cuando reciben halagos, perciben que sus logros son cuestión de suerte o fruto de que nadie se ha dado cuenta de sus carencias.
El portal Psicología Madrid señala que el Síndrome del Impostor es un conjunto de síntomas emocionales, cognitivos y conductuales cuyo núcleo consiste en la sensación subjetiva por parte de quien lo sufre de no ser merecedor de sus logros, triunfos y reconocimientos.
Por lo general, las personas con el Síndrome del Impostor tienen miedo al fracaso y niegan sus capacidades, muchas veces de manera inconsciente. En resumidas cuentas, se consideran un fraude porque están haciendo un papel que no les corresponde.
Para compensar el miedo a la derrota, preparan todo en exceso o procrastinan haciendo un esfuerzo final enorme. Por lo general, este fenómeno se da más en ambientes competitivos. Además, algunos estudios han encontrado que este síntoma afecta más a las mujeres, por lo que el término se ha popularizado como Síndrome de la Impostora.
¿Cómo podemos combatir el Síndrome del Impostor?
En el campo empresarial y organizacional, por ejemplo, se han tomado medidas para combatir el Síndrome del Impostor con liderazgos participativos a través de personas con actitudes abiertas, creativas y transformacionales.
Apostar por estilos de liderazgo saludables no solo fomenta la confianza y la cooperación entre compañeros, también combate los juicios y prejuicios competitivos que desaniman a las personas más prudentes y sensibles. Otra alternativa sería fomentar la mentoría.
Otra forma de prevenir el Síndrome del Impostor en los espacios de trabajo es seleccionar el personal basándonos en la competencia para ejercer el puesto y la humildad y no tanto en su tienen una actitud despreocupada.Fijarse en estas últimas características reduciría los contextos coercitivos.
Otra medida útil sería que las organizaciones implementaran políticas de igualdad de género, la promoción de la diversidad en la toma de decisiones, la conciliación y la igualdad en la remuneración, informa el país.
Además de esto, de forma personal debemos de trabajar en nuestra autoestima y aprender a reconocer nuestros propios sentimientos y logros. Al respecto Psicología y Mente recomienda que aprendamos de nuestros errores y de los de las personas que admiramos; nos fijemos metas específicas y prémiate cada que consigas algo.
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