Es bien sabido que las personas que viven en la ciudad y se exponen a la contaminación atmosférica aumentan el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con los pulmones y el corazón. Sin embargo, son poco conocidos los efectos de la polución (contaminación del medio ambiente) sobre nuestra salud cerebral.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 55% de la población mundial vive en zonas urbanas y se prevé que aumente al 68% para 2050. En estas zonas se estima que el 91% de las personas respiran aire contaminado.
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Se prevé que la urbanización convertirá a las ciudades en epicentros de propagación de enfermedades, en particular enfermedades transmitidas por vectores, es decir, organismos vivos que pueden transmitir patógenos infecciosos entre personas, o de animales a personas.
Contaminación, sinónimo de enfermedad
Durante los últimos años, la comunidad científica ha cuestionado el papel que desempeña la contaminación del aire en las enfermedades neurológicas. De acuerdo con un artículo de la revista ScienceDirect, la contaminación del aire influye en el desarrollo de demencia, y deterioro cognitivo en la población adulta mayor.
Estos estudios identifican una asociación consciente entre exposición crónica a agentes contaminantes y la disminución de capacidades cognitivas específicas como, por ejemplo:
- Capacidad de razonamiento
- Tiempos de reacción
- Atención
- Memoria episódica
- Aprendizaje verbal
- Fluencia verbal
- Capacidades visuoespaciales
Además, The conversatión señala que los contaminantes que respiramos se asocian a un mayor riesgo de deterioro cognitivo, agravando los procesos de envejecimientos cerebral, provocando una reducción en materia blanca, cuerpo calloso, volumen ventricular, entre otras afecciones.
Otras enfermedades relacionadas con la contaminación citadina
La Sociedad Española de Neurología detalló en un informe que la contaminación atmosférica influye tanto en el debut como en la progresión de enfermedades neurológicas como el Alzheimer, Parkinson, ELA, esclerosis múltiple, epilepsia, ictus o migraña.
Por otro lado, el mismo informe señala que una exposición prolongada a la contaminación atmosférica está asociada con estrés oxidativo, neuroinflamación y envejecimiento prematuro del sistema nervioso central.
Existen dos tipos de células que intervienen en las patologías del sistema nervioso central inducidas por la contaminación de la ciudad: los atrocitos y la microglía. Los primeros se activan frente a una exposición crónica a la contaminación atmosférica que afectan el organismo paulatinamente; la microglía por su parte, puede resultar en una fuente crónica de inflamación.
Ante esta problemática, es importante señalar que una posible solución a estos efectos negativos a la salud por agentes contaminantes es la creación de espacios verdes para tener una calidad de aire óptima y un espacio de recreación significativo.
(Con información de The Conversation, OMS, ScienceDirect).