Algunos padres crían a sus hijos con amor, dedicación y el deseo genuino de protegerlos. Sin embargo, en esa intención de cuidar, es posible que adopten conductas que, sin darse cuenta, resulten dañinas para el desarrollo emocional de los pequeños.
La salud mental de los niños depende en gran medida de la calidad de las interacciones familiares. El entorno familiar moldea la manera en que los niños aprenden a manejar emociones, relacionarse con otros y desarrollar confianza en sí mismos.
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Entonces, la pregunta del millón es: ¿cómo es posible que padres amorosos terminen dañando a sus hijos?
Los expertos señalan que no se trata de falta de amor, sino de patrones de conducta que, aunque bien intencionados, generan efectos negativos a largo plazo. Aquí en Sumédico te explicamos todos los detalles.
El problema con los padres amorosos
De acuerdo con el medio especializado Psychology Today, la ansiedad de los padres por el bienestar en todos los sentidos de sus hijos puede hacer que sean sobreprotectores y controladores involuntariamente con las acciones del pequeño.
Padres que buscan evitar a toda costa el sufrimiento de sus hijos suelen impedirles enfrentar retos normales de la vida. Cuando un niño o niña no aprende a manejar la frustración, puede desarrollar baja tolerancia a la adversidad y poca confianza en sus capacidades.
"La mayoría de los padres saben lo fácil que es caer en patrones ocasionales o incluso de preocupación y ansiedad por sus hijos. Lo que los padres no ven (porque están muy inmersos en ello) es cómo su ansiedad cambia problemáticamente la forma en que son padres", precisa Jeffrey Bernstein, columnista en el prestigioso medio.
Otro factor para considerar es que las expectativas poco realistas de padres primerizos pueden generar ansiedad, miedo al fracaso y una autocrítica excesiva que afecta la salud mental en la adultez, si no se cuida en las etapas cruciales de la niñez.
Reconocer logros es positivo en la crianza, pero con elogios constantes y sin criterio, los hijos pueden crecer con una autoestima dependiente de la aprobación externa, con miedo excesivo al fracaso y una obsesión compulsiva por la perfección.
"La programación excesiva y el control excesivo por parte de los padres provocan rebelión y comportamiento de oposición en niños de todas las edades", señala el experto en terapia infantil.
Las aptitudes para prevenir este tipo de reacciones pueden ser permitir que los hijos enfrenten retos acordes a su edad, establecer expectativas realistas, valorar el esfuerzo, fomentar la expresión emocional, reforzar la autoestima con amor incondicional y buscar apoyo profesional si se detectan signos de ansiedad, depresión o baja autoestima en el menor.
"La ansiedad puede engañar a los padres para que piensen que controlar es lo mismo que cuidar. Pero cuantos más padres actúen por miedo, menos permitiremos que nuestros hijos desarrollen confianza en sí mismos. Ser padres desde un lugar tranquilo no significa ignorar los riesgos; significa controlar nuestra ansiedad para que nuestros hijos tengan espacio para crecer", sentenció el experto.
El reto de este tipo de padres está en aprender a educar sin sobreproteger, exigir esfuerzos sin presionar y acompañar emociones sin invalidar. El verdadero amor parental no solo protege, también enseña a los niños a desarrollarse con autonomía, resiliencia y seguridad emocional.
Amar a los hijos es la base, pero no basta para criarlos.
¿Cómo recuerdas a tus padres?
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