La Organización Mundial de la Salud detalla que existen pruebas científicas que demuestran que el hábito de fumar tabaco está estrechamente relacionado con el aumento del riesgo de demencia o enfermedad de Alzheimer en la tercera edad.
En un metaanálisis de estudios realizados entre 1990 y principios de los 2000, se halló que, frente a los no fumadores, el riesgo de desarrollar Alzheimer en los fumadores era de 1.79% más alto, mientras que en demencia vascular hubo un riesgo mayor de 1.78%. Pese a que estos resultados se realizaron en países de ingresos altos, estudios hechos en países de ingresos medios y bajos de América Latina también llegaron a la misma conclusión.
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Fumar es una práctica que afecta mucho más a personas de la tercera edad, por lo que dejar de hacerlo a cualquier edad sigue siendo beneficioso y podría reducir el riesgo de parecer alguna de estas enfermedades.
¿Cómo se relaciona la demencia y Alzheimer con el tabaquismo?
De acuerdo con un informe de la OMS de 2014, fumar tabaco provoca demencia a través de distintos mecanismos. Uno de los más frecuentes se identifica a través de factores de riesgo vascular que pueden provocar enfermedades cerebrovasculares, ictus o cardiopatías coronarias.
Fumar tabaco aumenta la homocisteína plasmática total (aminoácido), un factor de riesgo de ictus, deterioro cognitivo, enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Realizar esta práctica también acelera la aterosclerosis, una afección que aparece cuando una sustancia pegajosa conocida como “placa” se acumula en el interior de las arterias, detalla el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de Estados Unidos, provocando un estrechamiento de los vasos sanguíneos del corazón y cerebro, impidiendo el intercambio adecuado de oxígeno.
Además, fumar provoca estrés oxidativo, muy asociado con la excitotoxicidad, el cual produce muerte neuronal.
La relación fisiopatológica entre la exposición al humo ajeno y la demencia aún no se entiende del todo, no obstante, los efectos cardiovasculares en los fumadores pasivos son casi tan importantes como los del tabaquismo y actual a través de los mismos mecanismos biológicos descritos anteriormente.
En general, las personas que fuman en la actualidad tienen probabilidad de un 30% mayor de desarrollar demencia y un 40% mayor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, según un estudio publicado en PLOS ONE.
Medidas preventivas para el desarrollo de demencia y Alzheimer
Dado que actualmente no existe ningún tratamiento que logre curar o alterar el avance progresivo de la demencia y la enfermedad de Alzheimer, es importante determinar factores de riesgo modificables para reducir la incidencia de esta enfermedad y retratar su manifestación.
La principal medida de prevención radica en el abandono del consumo de tabaco y procurar espacios libres de humo de este producto. Alertar y apoyar a las personas fumadoras para que abandonen este hábito es primordial para evitar el desarrollo de Alzheimer y otras enfermedades de demencia en la tercera edad.
Además, el Instituto del Envejecimiento de Estados Unidos explica que dejar de fumar, incluso a los 60 o 70 años, mejora tu salud de las siguientes formas:
- Disminuye el ritmo cardíaco y la presión arterial a niveles más normales
- Las terminaciones nerviosas se regeneran, mejorando el sentido del olfato y del gusto
- Los pulmones, el corazón y el sistema circulatorio funcionan mejor
- Habrá menos tos y mejorará la respiración
- Disminuirá la probabilidad de sufrir un ataque cardiaco o un accidente cerebrovascular
- Disminuirá la probabilidad de desarrollar cáncer
Cada 31 de mayo se conmemora el Día Mundial Sin Tabaco para recordar a la población en general y a las instituciones de salud pública y privada la importancia de sumar esfuerzos para que cada año más personas dejen de consumir tabaco.
(Con información de OMS, NHLBI, PLOS ONE).