El tabaco es una de las sustancias adictivas de fácil acceso más comercializadas en el mundo, se estima que en México existen 15 millones de fumadores generando más de 7 millones de muertes prematuras anuales en el mundo, incluidas 600 mil muertes debidas a la exposición al humo de tabaco de segunda mano.
El consumo del tabaco data desde la época prehispánica en indígenas del continente americano y de las Islas del Caribe y posteriormente fue introducido en Europa donde se comercializó de manera vertiginosa. Inicialmente se le atribuyeron propiedades curativas, sin embargo en la actualidad gracias a los numerosos estudios en relación al tabaco se ha logrado demostrar su efecto nocivo en la salud constituyendo uno de los principales problemas de salud pública más grande a nivel mundial.
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Un cigarro contiene miles de sustancias, entre ellas nicotina, que es la sustancia química adictiva que produce los efectos de placer en el cerebro de las personas que lo consumen. Se ha demostrado que más de 70 de las sustancias contenidas en un cigarro pueden ser causante de cáncer. Varios estudios ha demostrado su relación con el inicio en el consumo de otras drogas.
El consumo del tabaco genera una rápida dependencia a la nicotina en los individuos que dificulta su cese, generando una rápida adaptación del cerebro a esa cantidad inicial de nicotina inhalada, por lo que de manera progresiva se requieren más “toques” para obtener el efecto deseado. La nicotina es considerada como la droga más adictiva que existe, junto con la cocaína y la heroína.
¿Cuál es el efecto del tabaco en nuestro cuerpo?
Al inhalar el tabaco, la nicotina se difunde hacia el cerebro y mediante una serie de reacciones libera dopamina que es la encargada de la sensación de bienestar. Se requiere solo de 7 segundos para conseguir esa sensación de bienestar tras el primer toque, pero también solo 7 segundos para desencadenar alteraciones en nuestro organismo como el incremento en la presión arterial.
Esta sensación de placer es identificada por el cerebro como positiva, por lo que buscará de manera constante un reforzador, lo que genera la adicción. Un individuo puede volverse adicto desde las primeras semanas de consumo.
Dentro de las enfermedades que produce además de su estrecha relación con enfermedades pulmonares como el cáncer de pulmón y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y la bronquitis, el tabaco contribuye al 40% de las muertes cardiovasculares (infarto al miocardio, muerte su´bita, aneurismas, enfermedad cornonaria, hipertensión arterial, vasculitis) y a 18% de enfermedades cerebrovasculares
También está asociado a otro tipo de cánceres, como el cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, estómago, pa´ncreas, cuello uterino, rin~o´n, ure´ter, vejiga, sistema sangui´neo.
A nivel ocular produce síndrome de ojo seco, conjuntivitis, degeneración macular, glaucoma y cataratas.
En mujeres embarazadas la exposición del feto al humo inhalado ya sea por madres fumadoras o por inhalación del tabaco de segunda mano, produce un riesgo significativamente superior de abortos espontáneos, embarazos ectópicos y el bajo peso al nacer En mujeres puede afectar la fertilidad.
Entre otras enfermedades que produce es una disminución en el sistema inmunológico, dejando propenso al fumador a infecciones.
Produce a nivel de piel y faneras manchas, envejecimiento prematuro de la piel, gingivitis.
Dejar de fumar reduce significativamente el riesgo de padecer este proceso y mejora considerablemente su pronóstico. Existen clínicas especializadas para apoyar al fumador al cese de esta adicción.