Investigaciones recientes exploran si los pacientes de un trasplante de órgano experimentan cambios significativos en su personalidad, emociones o recuerdos tras el respectivo procedimiento quirúrgico.
Existe una creciente atención académica sobre la pregunta: ¿la transferencia de un órgano (especialmente un corazón) puede influir en la personalidad, gustos o recuerdos de quien lo recibe?
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En Sumédico te explicamos la evidencia científica al respecto.
¿Un trasplante de órgano puede cambiar tu personalidad?
Un estudio con investigadores de la Universidad de Colorado con 47 participantes (23 receptores de corazón y 24 de otros órganos) observó que el 89% de los participantes reportaron algún tipo de cambio de personalidad o preferencias tras el trasplante.
Los tipos de cambios informados incluían diferencias en preferencias alimenticias, gustos artísticos o musicales, emociones, relaciones personales, nuevos recuerdos, tensión emocional o mejoras en la función social.
Los autores de la universidad norteamericana subrayan que estos estudios tienen limitaciones metodológicas importantes:
- Tamaño de muestra pequeño
- Sesgo de selección (quienes experimentan cambios pueden sentirse más motivados a participar)
- Falta de grupo control
- El carácter subjetivo de la auto-informe.
"En este estudio, el 89 % de todos los receptores de trasplantes informaron cambios de personalidad después de someterse a la cirugía de trasplante, lo cual fue similar para los receptores de corazón y otros órganos. El único cambio de personalidad que difirió entre los receptores de corazón y otros órganos y que alcanzó significación estadística fue un cambio en los atributos físicos", expone el paper científico.
Tras el trasplante, muchas personas experimentan un gran cambio físico y psicológico (menos fatiga, más energía, cambios de vida); estos pueden alterar su comportamiento, estado de ánimo y preferencias. Además, vivir una enfermedad grave, la espera de un órgano, la operación y la recuperación son eventos que transforman a la persona; los cambios en identidad, prioridades y relaciones pueden surgir de ahí.
Es decir, los tratamientos post-trasplante (como esteroides, inhibidores) pueden afectar el estado del ánimo, la energía, el sueño, etc., lo que indirectamente puede cambiar la forma en que la persona actúa o se siente.
No obstante, no está probado que estos cambios sean necesariamente causados por el órgano donado en sí.
Vale la pena recalcar que los trasplantes salvan vidas y la mayoría de los receptores mejoran su calidad de vida. Por el contrario, los cambios de personalidad que se reportan no pueden generalizarse como regla. Entender los posibles efectos psicológicos tras un trasplante ayuda a proporcionar mejor apoyo psicológico y seguimiento a los receptores.
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