Paciencia, ternura, comprensión, empatía. Así como cada día nuestro hijo aprende algo de nosotros, nosotros también aprendemos con ellos, pues ser padres no es fácil. Por ello, buscamos contar con las mejores herramientas que nos permitan construir una relación sana y saludable, incluso en esos momentos de tensión, como los intensos enfados. ¿Qué hacer en estos momentos? Estas frases podrán ser nuestra ayuda.
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Cuando un niño está muy enojado, puede ser difícil saber cómo abordarlo. La ira es una emoción natural que todos experimentamos, pero para los más pequeños, puede ser abrumadora y difícil de gestionar. En esos momentos, es crucial acercarse con empatía y comprensión.
El objetivo no es sólo calmar al niño, sino también ayudarlo a comprender y expresar sus sentimientos de manera saludable. En enseñarle habilidades valiosas para el futuro y evitar que nosotros digamos palabras hirientes. Si no sabes qué hacer en esos momentos, así podrás gestionar el suceso.
¿Cómo enseñarle a un niño a calmarse?
De acuerdo con Mayo Clinic, una rabieta es la expresión de la frustración de un niño pequeño ante sus limitaciones, o bien de ira por no salirse con la suya. La frustración puede desencadenar un estallido, que da como resultado un berrinche. Si tu hijo está cansado, tiene hambre, se siente mal o debe realizar una transición, es probable que su umbral de frustración sea más bajo y que haga una rabieta.
El portal añade que las y los niños pequeños no planean frustrar o avergonzar a sus padres. Para la mayoría de los niños pequeños, las rabietas son una forma de expresar frustración. Para los niños mayores, las rabietas pueden ser un comportamiento aprendido.
Nemours KidsHealth explica que ante una rabieta, un berrinche o un enojo intenso, se recomienda mantener la calma al responder. No complique el problema con su propia frustración o enfado. Recuérdese a sí mismo que su tarea consiste en ayudar a su hijo para que aprenda a calmarse. Por lo tanto, usted también necesita calmarse.
Guía Infantil destaca que la palabra ‘empatía’ es necesaria en estos momentos, pues puede ayudar a acompañar a nuestros hijos en el manejo y control de emociones, como la tristeza, la frustración o la ira. Teniendo en cuenta esto, podemos decirle alguna de las siguientes frases:
- “Oye, me doy cuenta de que estás muy enfadado”: algo en él puede cambiar, porque al escucharnos que nos ponemos cerca de él, estamos legitimando esa emoción
- “Tú puedes estar enfadado y yo lo acepto. Pero no puedes chillar, romper, insultar, agredir, ni hacerte daño a ti mismo...”: hay que poner el acento en la regulación de la conducta, en lo que hacen cuando están enfadados, no en la emoción en sí
- “Tú te puedes enfadar con (…) porque (…) y se lo puedes decir, pero sin pegar2: hay que demostrarles claramente las consecuencias de los actos de explosión, pero siempre legitimando la emoción y dándoles también alternativas para que aprendan a calmarse
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