El cáncer se origina cuando las células sanas cambian y proliferan sin control, y forman una masa llamada tumor. Un tumor canceroso es maligno, lo que significa que puede crecer y diseminarse a otras partes del cuerpo, lo que se conoce como metástasis.
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El cáncer o neoplasia más común del hígado es el carcinoma hepatocelular (CHC), y es la neoplasia hepática más común a nivel mundial y una de las neoplasias sólidas más frecuentes, que ocurre cuando hay cirrosis en el 80% de los casos. En México el CHC ocupa el noveno lugar en incidencia de neoplasias malignas, con una distribución semejante en ambos sexos. En mortalidad por cáncer ocupa el tercer lugar, siendo el tercero en la mujer y el cuarto en el hombre.
En la mayor parte de los casos el CHC no da síntomas y el riego de padecerlo es mayor en personas con enfermedades hepáticas de muchos años de evolución.
En México la etiología más común de CHC es el virus de la hepatitis C (VHC), seguido por el consumo de alcohol y el hígado graso, denominado “esteato hepatitis asociada a disfunción metabólica” (MASH por sus siglas en inglés).
El CHC puede tener diferentes patrones de crecimiento. En algunos casos, el tumor muestra crecimientos en forma de tentáculos por el hígado. En otros, comienza como un solo tumor que se disemina a otras áreas del hígado a medida que la enfermedad se desarrolla. Otros más se desarrollan como nódulos en varios lugares diferentes del hígado. En ocasiones, el patrón no es claro.
Las pruebas y procedimientos que se utilizan para diagnosticar el CHC pueden ser desde análisis de sangre para determinar como está la función hepática, pruebas por imágenes como la tomografía computarizada y la resonancia magnética. En algunos casos se requerirá hacer una biopsia hepática, es decir, extraer una muestra de tejido del hígado para poderla analizar en el laboratorio.
¿Cómo se trata el cáncer de hígado?
El tratamiento a seguir dependerá del tamaño y la ubicación del CHC, de cómo está funcionando el hígado y de la salud en general del paciente. Entre los tratamientos a seguir están:
- Destruir las células cancerosas con procedimientos de ablación usando calor o frio extremos, ablación por radiofrecuencia, o bien con alcohol o microondas.
- La cirugía para extirpar el tejido canceroso, opción generalmente para pacientes que tienen cáncer hepático en etapa temprana.
- Administrar quimioterapia o radiación directamente a las células cancerosas.
- Radioterapia con energía de rayos X o protones si la cirugía no es una opción.
- Terapia con medicamentos con un blanco específico, diseñados a atacar debilidades específicas en las células cancerosas y que pueden ayudar a retardar la progresión de la enfermedad.
- Inmunoterapia con medicamentos que utilizan el sistema inmunitario del cuerpo para atacar a las células cancerosas.
- Cirugía de trasplante de hígado, que se realiza extirpando el hígado completo y su reemplazo con un hígado sano. Es una posibilidad para personas que siguen presentando una buena salud y en las que el cáncer no ha invadido más órganos.
La prevención primaria de ésta enfermedad debe centrarse en medidas para la prevención, el diagnóstico y los tratamientos oportunos del agente agresor que provoca el daño hepático.
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