El aire es un elemento de vida en la tierra y está compuesto principalmente por oxígeno (20,94%), nitrógeno (78,08%) argón (0,93%), dióxido de carbono (0,035%) y vapor de agua (0.40%). Su calidad influye en la salud; se sabe que existe un aumento de enfermedades relacionadas con la contaminación, como enfermedades cardiovasculares, del sistema respiratorio, neurológico, cáncer y enfermedades oculares.
La contaminación del aire es debida a los cambios en la sociedad, por la industrialización y la globalización; las emisiones de los vehículos, y el consumo de combustible en la industria, además de las fuentes naturales como los incendios forestales y los volcanes.
El aire contaminado tiene una mezcla de gases y partículas en niveles tóxicos, como son partículas en suspensión (PM), los óxidos de nitrógeno (NOx) y el dióxido de carbono (CO2).
Se sabe que, en sitios con niveles altos de contaminación, con niveles de PM mayores de 300 µg/m3, las personas sufren cambios en la superficie ocular. Los contaminantes del aire, como de las PM2.5, ocasionan conjuntivitis alérgica y a la larga influyen en el desarrollo de glaucoma; o los contaminantes del aire asociados con el tráfico se asocian con la degeneración macular relacionada con la edad.
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La contaminación en el ojo afecta la película lagrimal, ocasionando irritación e inflamación y hasta conjuntivitis no infecciosa. Los síntomas oculares incluyen ojo rojo, irritación, lagrimeo, ardor, o sensación arenosa. Esto es mayor en personas que se transportan en motocicletas o bicicletas.
Por otro lado, la contaminación puede empeorar el ojo seco, alterando la película lagrimal tanto la osmolaridad (salinidad) como en la estabilidad de la película lagrimal, ocasionando inflamación a nivel de la superficie ocular y provoca pérdida de células caliciformes de la conjuntiva; estás células son las encargadas de secretar moco, que protege y forma parte de la lágrima. Estos cambios conducen a la inestabilidad de la lágrima, convirtiéndose en un círculo vicioso.
Además, la contaminación del aire puede causar o agravar la conjuntivitis alérgica, con síntomas como comezón, ardor, lagrimeo, secreción acuosa, enrojecimiento y hasta edema de párpados. Los síntomas aumentan cuando el nivel de smog es alto y disminuyen cuando hay lluvia o mayor humedad. El riesgo aumenta en personas mayores y en quienes han tenido cirugía ocular.
Si existen molestias, es importante acudir al oftalmólogo para valorar la causa, gravedad del caso y para descartar otras enfermedades oculares.
Para aliviar los síntomas, se recomienda utilizar gotas de lágrimas artificiales, ya que reducen la exposición a contaminantes dañinos, limpiando la lágrima. En algunas ocasiones, cuando existe conjuntivitis alérgica, se recomiendan gotas de antihistamínicos o desinflamatorios.
Si se utilizan lentes de contacto, se recomienda utilizar los desechables o de uso diario y utilizar la solución específica para cada del lente de contacto.
Otro consejo, es aplicar compresas frías, y utilizar lentes o protección ocular mientras se está al aire libre ya sea de forma recreativa, en el transporte o trabajo.
Es importante mejorar los síntomas oculares, ya que debido a las molestias se altera el trabajo y la seguridad de la persona.
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