ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL

Los egos de la responsabilidad social

En México hay registradas más de 44 mil organizaciones de la sociedad civil enfocadas a coadyuvar a nuestro gobierno en temas relacionados con salud, integración, educación, nutrición entre decenas de otros, ¿por qué crear una competencia?

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Escrito en OPINIÓN el

Recientemente fui invitada a un evento de gala en el que se haría una entrega de reconocimientos a personalidades y organizaciones civiles por la labor de responsabilidad social desempeñada. La Fundación CIMA había sido seleccionada como finalista en una de las ternas como aliado de impacto.

Mi primera reacción fue decir que sí, que por supuesto asistiríamos al evento, pues a lo largo de 22 años de trabajo, es un gusto constatar que nuestro trabajo impacta de alguna manera, y ¿a quién no le sienta bien ser reconocido por su lo que sea que haga? Inmediatamente después, pensé mejor y decidí declinar la invitación, no lo sentí necesario, sin embargo la admirable labor de relaciones públicas de los organizadores no me lo permitió. Me llevaron por un camino en el cual no fue posible retractarme de la decisión de asistir, pues desde ese momento comencé a recibir numerosos correos electrónicos pidiéndome material para proyectar sobre las actividades de la Fundación en la pantalla del evento, querían cifras de la cantidad de personas beneficiadas y cualquier otro logro por destacar que mereciera ser compartido al momento de presentar a la Fundación y ojalá, al momento de entregarnos el premio.

Este gesto tan sencillo de haber considerado a la Fundación CIMA para un posible reconocimiento público me entusiasmó sin duda, pero me dejó pensando un par de días. ¿Por qué habrían querido crear una competencia de algo que no tendría por qué serlo? ¿Por qué mezclar en una terna a organizaciones con trayectoria de más de veinte años, junto con otras de recién creación? Sentí que al hacerlo, ponían en tela de juicio la capacidad de nuestra labor, pues si ganaba la fundación joven, opacaría en automático el alcance de la fundación establecida (ahora nosotros), y de lo contrario, se constataba una clara injusticia pues sin duda, los años y la experiencia cuentan tanto en cifras como en colmillo. Era un enfrentamiento de organizaciones con objetivos completamente diferentes que nada tenían que estar haciendo en una contienda, pues más que nada se complementaban. Era un reto entre organizaciones que por su trayectoria han marcado una diferencia en nuestro país, con aquellas que aún están abriéndose el camino y seguramente marcarán una diferencia, pero en no menos de 5 años.

¿Por qué no mejor hacer un evento de reconocimiento a todas las personas que dedican su vida profesional al servicio de los demás o a contribuir en beneficio de un país en el que todos vivimos y amamos, pero que sin duda también sufrimos a diario? Cada uno de estos líderes al frente de una organización merece nuestro respeto y admiración, y más que aplausos o una estatuilla, deberían de contar con nuestra ayuda material, ya sea en recursos,  tiempo y dinero, o los 3 juntos para los que se lo puedan permitir.

Sólo el Centro Mexicano de la Filantropía (CEMEFI) cuenta con  alrededor de 1,500 organizaciones miembro, pero en México hay registradas más de 44 mil organizaciones de la sociedad civil enfocadas a coadyuvar a nuestro gobierno en temas relacionados con salud, integración, educación, nutrición entre decenas de otros.  Imaginemos por un momento que todas ellas fueron creadas para cubrir una necesidad detectada o para hacer caso a un llamado de misión de vida y con ello no retar al karma. También pudo haber sido por simple convicción y sentido de responsabilidad social, pero creo que esas son las menos.

Yo, a todas les aplaudo de pie, pues si bien la gratificación del trabajo es emocionalmente poderosa, no siempre es la chamba más fácil. La mayoría de las personas que no se dedican a la filantropía la describen muy románticamente como loable, bonita y admirable, cuando en realidad no es más que una profesión más, que se diferencia de las otras por tener un objetivo responsable y sin fines de lucro. 

Dirigir una organización de la sociedad civil es igual que manejar un negocio cualquiera y tiene también sus procesos de operación y administración engorrosos de cualquier empresa. Estamos obligados a presentar un cálculo de retenciones de IVA y de ISR, una declaración de impuestos sobre nómina, informes anuales a Indesol, reportes de prevención de lavado de dinero, declaraciones de transparencia, entre otros. ¡Esto de bonito no tiene nada!

No está demás decir que CIMA no ganó la competencia que refiero al inicio, pero tampoco lo está el decir, que eso no es importante. Lo que realmente interesa en la historia de la Fundación y trasciende, es la movilización que ha provocado en la conciencia de los mexicanos. Veintidós años no han sido suficientes para invertir las cifras de mortalidad por cáncer de mama, ni aquellas de la detección oportuna, pero sí lo han sido para escuchar, guiar y contener a miles de mujeres que reciben un diagnóstico de cáncer. Han sido también suficientes para negociar y convencer a las autoridades de nueve entidades federativas para que implementen acciones concretas de sensibilización y diagnóstico temprano entre su comunidad médica y la población en general.

Han bastado para acercar los métodos de detección oportuna a más de 250 mil personas otorgándolos en donación o bien, con precios accesibles.

Hoy, no necesito reconocimientos en papel o estatuillas en mi librero, me bastan las palabras de las mujeres que con lágrimas en los ojos agradecen la existencia de la Fundación CIMA y sin que yo me entere, me mandan bendiciones todos los días; aquellas que viven, pero también aquellas en el otro lado.

Tú, ¿ya definiste la causa que vas a apoyar en tu vida?