Cuidar nuestra salud auditiva es vital si queremos evitar su deterioro y mantener nuestra calidad de vida, por lo que es importante adoptar hábitos para evitar dañarlo.
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Cuando hablamos de enfermedades ligadas al oído interno, es importante señalar que no se pueden revertir. Se puede tratar y disminuir la discapacidad que provocan, pero en sí, no se logra recuperar la salud auditiva.
Sin embargo, las afecciones del oído medio sí son frecuentemente reversibles, pero cuando suceden en un niño pequeño, pueden causar retrasos muy significativos en su lenguaje, educación y desarrollo general. En adultos pueden originar lesiones crónicas que requieran cirugías, tratamientos costosos y complicaciones que pueden incluso llegar a poner en peligro la vida.
Entre los padecimientos que más frecuentemente afectan la audición en niños se encuentran las pérdidas de audición congénitas o neonatales, algunas de las cuales son hereditarias y otras no. Después, tenemos las infecciones adquiridas, sobre todo en la infancia temprana, como la otitis media.
En la edad adulta dejan de ser las infecciones el origen principal de problemas auditivos para dar lugar a las lesiones por accidentes, el daño por fumar o por exposición a ruido excesivo, y la pérdida natural de la audición exacerbada por enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión.
¿Cómo cuidar nuestra salud auditiva?
En bebés y niños:
- Vacunación. La Organización Mundial de la Salud estima que alrededor del 30% de las pérdidas de audición durante la infancia son causadas por infecciones como rubeola, paperas, sarampión y meningitis para las cuales hay vacunas y otras menos frecuentes como el citomegalovirus, además de las infecciones crónicas.
- Control prenatal. Complicaciones en el nacimiento como la falta de oxígeno, bajo peso y la prematurez, también causan un número importante de pérdidas auditivas, mismas que se pueden muchas veces prevenir con un control médico adecuado durante el embarazo.
- Citomegalovirus. Se trata de una infección muy particular que provoca pérdida de audición al nacimiento; puede generar también problemas neurológicos y la vacuna para este virus aún está en pruebas. Se sabe que este virus permanece en superficies comunes y corrientes por varias horas, por lo que es muy importante que las mujeres que están embarazadas se laven las manos con frecuencia, sobre todo al regresar de la calle o después de manejar objetos que hayan estado en contacto con niños pequeños, lo cual reducirá el riesgo de contagio. Igualmente, haz que tus hijos se laven las manos frecuentemente.
- Juguetes sonoros (sobre todo para bebés). Si le compras a tu bebé un juguete que hace ruido, póntelo primero tú en el oído; si la intensidad del sonido te molesta a ti, no se lo compres.
- No introducirles cotonetes ni ningún objeto en los oídos a los niños.
- Durante el baño se debe permitir la entrada de agua al conducto auditivo y escurrirla después.
- No abusar de antibióticos.
- No fumar dentro de casa ni alrededor de niños. Una de las causas frecuentes de pérdida auditiva en niños es el humo de “segunda mano”, que causa problemas a nivel de oído medio al favorecer infecciones. También afecta también al oído interno incidiendo en una pérdida de audición en adolescentes cuando los papás fuman en casa.
En jóvenes y adultos:
- Nuevamente, no fumar. Las personas que fuman pierden más audición con el paso de los años que las que no lo hacen.
- Evitar la automedicación. En un estudio de mas de 2,000 pacientes atendidos en nuestra Institución, encontramos que en casi el 8% de las pérdidas auditivas profundas está involucrado el uso de medicamentos que como efecto secundario dañan la audición, bien sea porque los toma la mamá durante el embarazo o se le administra al niño recién nacido. Son medicamentos que solo se deben usar cuando peligra la vida y bajo vigilancia de un médico.
- Evitar el uso de cotonetes. El oído tiene un mecanismo de autolimpieza que hace que se limpie solo. Solo algunas personas tienden a acumular cerumen por cuestiones de la forma de su conducto, y los hisopos de algodón lo empeoran en lugar de mejorar, además de que hay riesgo de perforarse el tímpano por accidente.
- Reducir la exposición al ruido. Hay que cuidar que los niños no estén en actividades donde la intensidad del ruido sea excesiva. Esto incluye estar cerca de una podadora de motor, fuegos artificiales y conciertos o eventos deportivos. A los niños hay que protegerlos más de lo que tú te proteges.
- El uso de audífonos. Procurar que los niños usen audífonos la menor cantidad de horas posibles y a un volumen moderado. Si los tienen puestos, deben poder alcanzar a escuchar tu voz a un metro de distancia; aunque no te entiendan, al menos tienen que poder detectar que les hablaste; si no es así, el volumen está demasiado alto.
En conclusión, hay que recordar que la detección temprana es importantísima. No hay que retrasar la realización de una evaluación profesional cuando creemos que el niño no está reaccionando a los sonidos normales o está tardando en hablar. Con una detección temprana cambia mucho el pronóstico. El tamiz auditivo neonatal en los bebés también es muy importante. Si no se lo hicieron al nacer, se lo pueden hacer en cualquier momento.
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