Como cada 11 de abril se conmemora un día más de concientización de la Enfermedad de Parkinson, fecha del nacimiento del médico inglés James Parkinson que fue el primero en describir la sintomatología característica de esta patología con base en el sistema nervioso central. Específicamente para este 2024 el lema es “Dame mi Tiempo”.
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En este caso en referencia a que los pacientes son portadores de una muy clara lentitud psicomotriz, conocida como bradicinesia, debido a la rigidez que padecen y que nos obliga a ser extremadamente pacientes y con mucha prudencia acerca de su movilidad, sus desplazamientos, y con esto evitar el incrementado índice de caídas que presentan las personas que son portadoras de esta enfermedad, sumado a las complicaciones que vienen derivadas de estos accidentes.
La Enfermedad de Parkinson se define en síntomas por medio de la ya comentada rigidez, y el muy conocido temblor de las extremidades, así como otras fallas dentro de la regulación autonómica como son la hipotensión arterial, arritmias, disfunción intestinal y de vaciamiento de la vejiga y otras alteraciones que se ven el síndrome disautonómico.
Por lo que se puede ir dilucidando, se trata de un desorden que afecta el sistema nervioso autónomo y el sistema nervioso central. Se tiene una degeneración crónica y degenerativa de los ganglios basales, el sitio base del control de los movimientos y del reporte en tiempo real al cerebro sobre las posiciones y lugares donde se encuentra mi cuerpo en todo momento.
¿Cómo se diagnostica y se trata la Enfermedad de Parkinson?
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, esto quiere decir por medio de una historia profunda y bien documentada y una exploración física y neurológica exhaustiva. Los estudios de sangre y de imagen cerebral, como las tomografías axiales computadas y las resonancias magnéticas de cráneo sirven para poder descartar otras patologías que pueden presentar síntomas similares y que no son la Enfermedad de Parkinson.
El manejo es representa una herramienta fundamentalmente útil para poder detener el y enlentecer el deterioro de estas molestias. Se basan en la recuperación y el mantenimiento de buenos niveles de dopamina, ya que estas neuronas que se van deteriorando se comunican principalmente por medio de este químico. Recuperar los buenos niveles de dopamina asegura un funcionamiento casi normal de la movilidad y de la velocidad de estas personas.
En muchas ocasiones se requiere un manejo neuropsiquiátrico en los cuadros que van avanzando de la fase moderada a la severa. Hay síntomas depresivos y ansioso, así como fallas básicas en el sueño reparador y el aporte de oxígeno durante la noche.
En las fases más avanzadas no es extraña la presentación de alucinaciones visuales y en ocasiones auditivas, errores en la conducta y el comportamiento y la presencia de un deterioro cognitivo tipo demencial que es básico atender. Es mandatorio el manejo multidisciplinario de estos pacientes, en conjunto con el neurólogo, el psiquiatra, el rehabilitador físico y neurológico y todo el entorno familiar para poder llevar a buen término la experiencia de lidiar con este desorden.